Frágil
Un día cualquiera
la luz de los amaneceres
fue corriendo las sombras.
Millones de párpados
se levantaron hacia el oeste,
sobre la cara de la tierra,
para sorprenderse
con la fragilidad de la vida.
La encontraron tan delicada
como una lágrima,
como cabellera blanca o brotes tiernos.
Frágil como la tarde que se descompone,
el humo de la chimenea en invierno,
como los bosques bajo el fuego.
Algunos ojos despertaron
con preguntas jamás imaginadas,
querían encontrar el secreto
para no perder el aire en un descuido,
para proteger a los otros,
cubriéndose la boca, mirándolos de lejos.
Pero otros ojos,
sin demasiadas preguntas,
sólo siguieron abiertos.
Mónica Spesso