Fuente: La Voz de San Justo
Uno de los dirigentes políticos más cercanos al actual gobernador electo analizó las recientes victorias electorales.
El resonante triunfo electoral que obtuvo Hacemos Unidos por Córdoba el pasado domingo, que le permitió conservar la hegemonía política en la capital provincial, terminó por consolidar el poder de esta coalición que pudo concentrar los dos espacios políticos de mayor importancia como son la ciudad de Córdoba y la Provincia bajo el mismo signo político.
De hecho, apenas había transcurrido la elección del pasado 25 de junio, pese a que aún no se conocía oficialmente el resultado que luego fue confirmado el 5 de julio, comenzó a desarrollarse el ‘sprint’ final que tenía como premio el principal sillón del Palacio 6 de Julio que actualmente ostenta el gobernador electo, Martín Llaryora y que desde el próximo 10 de diciembre ocupará Daniel Passerini.
Con este ‘2 de 2’ que obtuvo Hacemos Unidos por Córdoba en menos de un mes, se entiende la euforia desatada el domingo por la noche por parte del gobernador electo, Martín Llaryora y por el intendente electo Daniel Passerini, como artífices de este triunfo que le renueva el oxígeno político a esta coalición que gobierna la provincia desde hace 24 años.
Transcurridas las primeras 48 horas post elección, se acrecienta aún más la figura de Martín Llaryora y su gente por este resultado electoral, sobre todo por la magnitud que tomó parte de su mensaje pronunciado al celebrar el triunfo que le dedicó a ‘los pituquitos de la Recoleta’.
“Basta de que nos maltraten de afuera, de que nos vengan a explicar qué hacer y qué no hacer los pituquitos de Recoleta. Que este ejemplo sea tomado por el interior de nuestra patria. Este es el grito de Córdoba”, apuntó Llaryora en el medio de los festejos de su partido.
El actual secretario de Cultura de la municipalidad de Córdoba, Mariano Almada, es uno de los dirigentes políticos más cercanos al actual gobernador electo y con quien comparte desde hace muchos años, la pasión por la militancia dentro del justicialismo de Córdoba.
En diálogo con LA VOZ DE SAN JUSTO, Almada analizó el alcance de este doble triunfo electoral y la plataforma de impulsión política hacia la órbita nacional que esto genera en la figura de Martín Llaryora.
¿Con la primera lectura todo indica que la estrategia política de desdoblar las elecciones provinciales de la municipal de Córdoba fue efectiva porque eso le permitió obtener ambos triunfos?
El triunfo del domingo ha sido la ratificación de una gestión que tuvo altísimos índices de aprobación durante los años de gestión de Martín Llaryora. En este tiempo hubo un escenario negativo con el impacto de la pandemia combinado con la crisis económica y la alta inflación y sin embargo Córdoba cambió totalmente su fisonomía en los servicios, el transporte, en sus plazas y parques, en el turismo receptivo, en la articulación público privada y eso valoró el vecino en las dos gestiones, el trabajo en equipo con el gobierno provincial donde el gobernador y el intendente no se peleen, que se complementen tirando para el mismo lado, algo que para San Francisco es muy común pero esto no se veía en Córdoba donde, hasta la llegada de Martín (Llaryora) lo que buscaban en la intendencia era un trampolín político para ser gobernador. En el caso de Martín cambió totalmente el rumbo de la ciudad pensándola como más habitable para los vecinos. Lo importante es lo ocurrido en las dos elecciones, la ratificación plena a una elección que fue encabezada por Martín Llaryora y ratificada luego por el viceintendente, Daniel Passerini y la gente entendió que esa forma de gobernar y moverse en equipo era lo que más ayudaba al crecimiento de la ciudad.
Con el triunfo de Passerini Hacemos Unidos por Córdoba evita tener en De Loredo un competidor directo para la gobernación en las próximas elecciones….
Así es, pero más allá de eso rescato la racionalidad del mensaje de la gente que no quiere que la dirigencia política se pelee, sino que resuelvan los problemas del día a día y ya había visto esta historia donde el intendente de Córdoba proponía cosas que no iban en consonancia con lo que se ponía en el foco principal de interés del vecino. En esta propuesta quedó clara con la idea de traspasar la policía provincial al municipio cuando esto era inviable desde cualquier arista que lo analizáramos y donde ya había un trabajo entre municipio y provincia con la creación de un esquema de seguridad municipal que no implicaba una mayor erogación de recursos.
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¿Cree que la frase ‘los pitucos de la Recoleta’ fue una frase que le salió a Llaryora de las entrañas con la euforia del triunfo o era algo que ya venía pensando con anterioridad?
‘Los pitucos de la Recoleta’ es una síntesis de los que gobiernan el país y de la manera en que lo gobiernan. Si uno repasa quiénes son los últimos presidentes de la nación está claro que si no viven en Recoleta están muy cerca de allí y por eso, la mirada federal del país ‘bien gracias’ porque el accionar está siempre en el centralismo porteño, en tomar las decisiones desde allá y con una mirada de no entender nada del resto del país. En este contexto, el dirigente que puede llevar adelante un proceso federal de redistribución de los ingresos es Juan Schiaretti porque piensa de la misma manera que lo expresó Martín (Llaryora). ‘Los pitucos de la Recoleta’ es una realidad que tiene que ver con los últimos 20 años de la Argentina donde generaron una grieta solo para que la ciudad de Buenos Aires y el primer cordón del conurbano estén atendidos por el gobierno nacional y sostenidos con la producción que hace el interior.
¿Tal cual en su momento Martín Llaryora lideró en esta zona el denominado ‘Grito de San Justo’ para pedir por la construcción de la autopista a Córdoba lo que ocurrió el domingo puede considerarse como ‘el grito de Córdoba’ frente al centralismo porteño?
Seguramente que es así. Este es el grito de una Córdoba que dice basta al centralismo porteño que le mete la mano en el bolsillo a la gente, afectando el desarrollo económico de las regiones que se cansó de estar preso de una pelea política que no conduce a ningún lado.
¿Esto puede tomarse como el surgimiento del ‘llaryorismo’ como expresión política en la provincia de Córdoba?
Creo que la ratificación en las urnas como gobernador a la persona de Martín Llaryora y a su gestión como dirigente en la continuidad de una gestión nos muestra que el llaryorismo es claramente una realidad y además hay que conocer en Martín el crecimiento como estadista y en toda su carrera política que se advierte en la ampliación de su mirada. Verdaderamente es un orgullo y un placer pertenecer a un equipo conducido por una persona como Martín, con el conocimiento acabado como el que tiene Martín Llaryora. Eso lo percibió la gente y por eso se ganó en la provincia y en la capital.
Después del triunfo del 25 de junio que lo depositó en la gobernación de la provincia ¿cómo se viene preparando Martín Llaryora para asumir como gobernador el próximo 10 de diciembre?
A Martín no le va a resultar difícil esa tarea porque está acostumbrado a realizar un trabajo permanente en equipo con el gobernador de Córdoba, entendiendo cuáles son las realidades de la ciudad de Córdoba como todo el resto de la provincia. En San Francisco los vecinos saben que Martín les va a dar las dos manos como lo siente para consolidar su mirada de desarrollo y producción de toda la región, entendiendo que los equipos se forman y crecen con diferentes personas. En San Francisco, Damián (Bernarte) será muy importante en el desarrollo de la ciudad en esta mirada de articular con el gobernador. Somos el mismo equipo, vamos a plantear cuestiones conjuntas en una mesa sin tirar piedras, sin agredirnos, pensando primero que los vecinos estén mejor. Ese es un plus que Córdoba y San Francisco van a tener a partir de realizar una política pública sostenida en el tiempo de la misma manera, buscando los puntos de encuentro por sobre los de desunión.