Nota de lo familiares del Padre Miguel Chabrando- “Yo he puesto mi confianza en el Señor”

Fuente: El Heraldo- www.diariodelasvarillas.com.ar

Nosotros, sus familiares, como todo aquel que tuvo una experiencia a su lado puede dar testimonio de que esas palabras no eran sólo eso, sino que en sus labios se convertían en rayos de luz reflejando todo su ser, atravesado por el espíritu santo, rebosante del amor de Dios a quién, él, le entregó su espíritu con alegría. Miguel Ángel Chabrando, como lo bautizaron sus padres Pura Isabel y Miguel Hilario, fue un sacerdote de la Congregación de Misioneros Redentoristas, perdón corregimos, es, y nos referimos a él de esta manera porque no podemos evitar sentir su presencia tan cercana y cálida como lo era en vida. Solo su cuerpo nos dejó para descansar en la tierra que lo albergó durante tantos años, San Alfonso en Villa Allende. Las largas y riquísimas charlas, su palabra potente, su risa contagiosa, sus chistes y anécdotas resonaran en nuestro interior para guiarnos y sostenernos cuando nos sintamos cansados o abatidos. En tiempos de adversidades, cuando las fuerzas parezcan habernos abandonado, recordaremos su voz estridente diciéndonos, ¡Levantate, porque Jesús te ama! El eco de sus bendiciones nunca dejara de resonar en las paredes de la iglesia ni en los corazones de quienes escucharon sus homilías cargadas de pasión, esperanza y compromiso.
“El ser humano es cultura porque somos cultivo, pertenecemos a la tierra, de ella nos nutrimos, y a la vez somos culto porque necesitamos creer en algo más grande que nosotros mismos, lo sagrado, eso a quien encomendamos nuestras acciones y pensamientos”. Siempre respetuoso de toda creencia, nunca hizo distinciones a la hora de ayudar, consolar y socorrer a quien lo necesitara. Hizo de su vida una ferviente vocación de servicio abrazando la cruz de su querida congregación de sacerdotes Misioneros Redentoristas. San Alfonso María de Ligorio, San Gerardo Maiella y María Virgen del Perpetuo Socorro apuntalaron sus pasos para no flaquear en los momentos de angustia y soledad. Sus convicciones fueron fuertes escudos que derrotaron a la desesperanza protegiendo a su comunidad de las tormentas que esta vida terrena nos depara. Desde pequeño tuvo muy claro que la fraternidad era el lazo que deseaba nutrir, defender y proclamar. Rápidamente se convirtió en referente y guía. En las patrullas de Boy Scout, en el estudio secundario, luego en el noviciado, en su tarea sacerdotal, en sus prédicas y labores por Europa, África, Asia y América toda; en todos lados, siempre, hizo comunidad, siempre se sintió en familia. Nos transmitió su legado con el fuego sagrado de la fe, por lo que no podemos decirle adiós, esto no es un adiós, es sólo un hasta luego. Muy pronto junto al fuego nos reuniremos en compañía del gran jefe Jesús.

Un gran sentimiento de gratitud nos invade al recordar cada gesto de cariño recibido, cada palabra de aliento, cada momento compartido. El mundo fue su territorio y en el lugar donde se encontrara llenaba sus pulmones con el aire de su querida ciudad, Las Varillas. Aquí quiso transitar sus últimos pasos, porque aquí se sentía contento, porque se sentía contenido. Familiares, amigos, medios de comunicación que tantas veces difundieron su palabra, a los párrocos que siempre le guardaron un lugar en el altar, a los fieles quienes acudían por consuelo o para expresarle su amor, a los profesionales de la salud que acompañaron con empeño y dedicación el último tramo de su sendero. A todos les expresamos nuestro más profundo agradecimiento.
Por último, queremos hacer llegar a ustedes nuestra invitación a visitar el Convento de San Alfonso en Villa Allende y acercarse a la vida comunitaria de los Misioneros Redentoristas. Es muy recomendable entrar en contacto con esas personas tan sabias como simpáticas, disciplinados y distendidos a la vez, solidarios, cariñosos y sanadores. Es hermoso compartir con esa congregación de hermanos, a quienes nos gusta tener de amigos y llamamos con amor padres. Y así, juntos, con el sol bañando las sierras y los pájaros trinando en el campanario, podremos realizar una nueva confesión a nuestro querido y eterno padre Miguel.
“Qué hermoso es encontrarse con Cristo resucitado”. Miguel Ángel Chabrando CSSR.