Qué hacer con el maíz dañado
Antes de decidir qué hacer con el maíz dañado por la chicharrita, especialistas del INTA recomiendan analizar el nivel de afección, y luego, saber si es conveniente usarlo como recurso forrajero
Por el alto porcentaje de lotes afectados y el amplio abanico de impacto en la formación de espigas y calidad de los granos, Facundo Ferraguti -coordinador de la Red Nacional de Maíz del INTA- hace referencia a las consultas más frecuentes vinculadas con la conveniencia de aprovechar el cereal como recurso forrajero (de un lote que a primera vista su rendimiento en grano no será satisfactorio).
El daño por spiroplasma (Spiroplasma kunkelii) es muy variado. Infecciones tempranas, hasta las cuatro hojas totalmente desplegadas, son las que causan mayor afección en el cultivo. Las infecciones entre cuatro hojas (V4) y panojamiento causan perjuicios intermedios y las menores pérdidas se dan en etapas avanzadas, desde panojamiento en adelante, con plantas que crecen menos en altura y disminuyen su rendimiento en grano (menor llenado de las puntas de la espiga).
“Los principales síntomas del complejo de patógenos transmitidos por la chicharrita son el acortamiento de los entrenudos (achaparramiento), disminución del tamaño de espigas y anomalías como prolificidad exacerbada y multi-espiga (espigas bouquet). Esto genera heterogeneidad en la altura de las plantas y de la inserción de las espigas”, indicó Ferraguti.
Otra característica de “las espigas afectadas es que los marlos tienen típicamente una consistencia corchosa, que hacen que se doblen y rompan con facilidad en pequeños trozos, lo que dificulta la operación de la trilla y sobrecarga con materia extraña la sección de separación”, explicó Ferraguti.
En este sentido, Ferraguti resaltó la importancia de “evaluar el destino del grano (silo o cosecha de grano), realizar una cosecha oportuna para evitar secados prolongados a campo con la consecuente pérdida de calidad e inocuidad; prestar especial atención a las regulaciones de la máquina cosechadora para evitar pérdidas de rendimiento y evitar que la calidad comercial empeore”. Y subrayó la necesidad realizar el control posterior de los maíces guachos para reducir hospedantes.
De acuerdo con Marcelo Druetta e Ignacio Luna -ambos especialistas en manejo de cultivo de la Estación Experimental Agropecuaria Quimilí, Santiago del Estero, del INTA- en cuanto a qué escenarios se pueden proyectar para la siguiente campaña, coinciden en que se deberán analizar diferentes variables y tener presente que la situación puede verse modificada en función de características de cada región productiva.
“Antes de cosechar, hay que evaluar el tipo de daño y ahí recién configurar la cosechadora”.
La cosecha
Fernando Scaramuzza -coordinador del Proyecto Agricultura de Precisión y Mecanización Agrícola del INTA- señaló que, ante la presencia de un lote afectado, se recomienda caracterizar el tipo de daño y cuantificarlo para evaluar la necesidad de configurar la cosechadora de manera que realice un trabajo diferencial. “Principalmente, se deberá trabajar sobre la regulación del cabezal recolector para llevar al mínimo las pérdidas que se ocasionan por desgrane y desuniformidad de espigas, pero también por vuelco de plantas y diferentes tamaños entre ellas, recordando como positivo que estamos trabajando con cabezales de perfil chato”.
Por otro lado, Diego Villarroel -especialista en agricultura de precisión del INTA Manfredi, Córdoba- indicó que las características y regulaciones de un sistema de trilla transversal (convencional) recomiendan que el cilindro de trilla maicero debe contar con barras de trilla con estrías gruesas (maiceras) y con los espacios inter-barras forrados con las chapas compresoras de espigas. “Este forrado permite el mayor tratamiento de las espigas de tamaño variable, disminuyendo las pérdidas de trozos de marlos con granos por cola”, indicó.
Respecto a la regulación de la apertura o cierre entre el cilindro y el cóncavo, al inicio y al final va a depender de la humedad del cultivo, para ello se deberá medir el diámetro mayor de una espiga promedio del lote a cosechar. “La regulación se deberá ajustar a las revoluciones del cilindro, buscando lograr una trilla de calidad con el menor porcentaje de material extraño y reduciendo el porcentaje de las pérdidas al mínimo, será importante en esta campaña trabajar con el retorno, ya que muchos granos irán prendidos a trozos de marlos buscando una nueva oportunidad de ser desprendidos de los mismos”, explicó Scaramuzza.