MAR 19/09
La Bolsa de Comercio de Córdoba organizó un nuevo Almuerzo con Empresarios, el invitado fue Eduardo Constatini, empresario, economista y fundador del museo Malba. Antes de su exposición, habló Manuel Tagle, presidente de la entidad.
A continuación, las principales expresiones de ambos.
Manuel Tagle
-La Argentina debe empezar a dar muestras de sensatez. Tenemos una situación de Leliqs, de pasivos del BCRA que son cuatro veces la base monetaria. Es un problema. Todos los meses el Central debe pagar $900.000 millones de intereses de las Leliqs. Es una situación complicada.
-Hemos llegado a una insolvencia internacional porque el Central no permite las importaciones; hay insolvencia por falta de dólares que estamos pagando todos. La situación es muy delicada en la industria y también para los consumidores que pagan precios altos.
-La estabilidad económica es la base para construir crecimiento y desarrollo. Debemos volver a la sensatez para revitalizar la economía y devolverle el bienestar a la sociedad. Hay que volver a la economía de mercado, con precios libres, integrada al mundo.
-Nos pareció reconfortante que casi el 60% del electorado haya votado por un cambio profundo y en libertad, que es lo que representan Patricia Bullrich y Javier Milei. Hay síntomas alentadores de que la Argentina puede cambiar.
Eduardo Costantini
La pandemia cambió el mundo, trajo nuevos paradigmas y comportamientos. Hubo una relectura de la globalización, cierto movimiento des-globalizador, a lo que se suma la guerra de Rusia y Ucrania y la guerra tecnológica, geopolítica entre China y Estados Unidos.
Lo que la Argentina produce tiene demanda; la Argentina lo que necesita es orden, hay miles de oportunidades.
Esta crisis es más grave, más aguda. Hay un fin de ciclo porque el Estado está quebrado; hemos aplicado políticas demagogas o puristas a costa del Estado, hemos agrandado el Estado y, a la vez, hemos quebrado sus finanzas, además del balance del Banco Central. Hemos agotado el financiamiento externo. La Argentina forzosamente tiene que cambiar su política, sino vamos a una hiperinflación.
No estamos viviendo una hiperinflación. Estamos por escalones, subiendo peligrosamente la tasa de inflación. Hay un retroceso del dólar, el anclaje del dólar oficial hasta fin de octubre, acuerdo de precios que agravan la situación porque los precios relativos están distorsionados. La híper se podría producir si siguen los errores forzados o si el próximo gobierno falla.
La inercia inflacionaria pasó a doble dígito. Los futuros están descontando esa situación más el riesgo del manejo de la situación por parte del Gobierno.
Los milagros no existen, la Argentina no puede dar soluciones inmediatamente, necesitamos años, casi décadas para resolver los problemas estructurales que tenemos.
Cuando asumió Juntos por el Cambio habrá pensado “la Argentina no puede hacer un ajuste, vamos a crecer primero”. Cuando la inflación es alta hay que bajar el gasto; hay que debilitar el mercado laboral para que los aumentos de sueldo no sean tan altos para que no presionen los precios. Así funciona la economía. Ojalá no fuera así el trade-off. Hoy el desequilibrio es gigante y no hay otra solución que disciplinarnos y hacer sacrificios para un día estar mejor.
Para el mercado inmobiliario el único incentivo es la estabilidad económica, entonces explotaría. No hay crédito inmobiliario y así solo un segmento de la población pudiente que ahorra en dólares puede acceder. El mercado está barato porque el dólar está caro; los desarrollos bien concebidos destinados a ese segmento son los que se venden y con un margen razonable. El dólar debería estar entre $350 y $700; $350 es bajo; debería estar 20% o 30% arriba. Con esta nominalidad que va galopando es como tirarle a un blanco móvil. Las propiedades están baratas y hay compras por parte de empresas que tienen pesos y que por problemas regulatorios no pueden irse al dólar, se refugian en propiedades, igual que familias.
El empresariado ejercita el músculo de una economía muy complicada y va transitando en esa situación. Lamentablemente, como la economía está tan regulada se produce una relación que no es buena entre las empresas y el Gobierno. Ese exceso de autoridad, de regulaciones, se usa para el enriquecimiento del político y eso contamina a todo el sistema. Es una crisis de valores.
El mal manejo económico no es por falta de conocimiento, lo que falla es la dirigencia, hay falta de valores.