“El sector sigue mostrando confianza en el futuro, pero la desaceleración económica y el aumento de las tasas de interés están afectando la percepción sobre el presente”, explicó Carlos Steiger, director del Ag Barometer Austral e investigador del Centro de Agronegocios y Alimentos. “El contexto electoral genera además cierta cautela en las decisiones de inversión”, agregó.
Un año político con impacto económico
En un año político marcado por las elecciones legislativas nacionales, el informe señala que el Gobierno ha privilegiado la baja de la inflación como su principal activo electoral, utilizando el mantenimiento del tipo de cambio y el equilibrio fiscal como herramientas centrales. Sin embargo, la demanda de dólares para dolarizar carteras -un fenómeno habitual en los períodos electorales argentinos- llevó a una suba de tasas de interés “astronómicas”, que impactó negativamente en el consumo y la inversión.
“Las tasas elevadas y la desaceleración del nivel de actividad están golpeando al conjunto de la economía, aunque el agro sigue mostrándose como uno de los sectores más dinámicos”, destacó Steiger.
En este contexto, las expectativas del sector agropecuario son más favorables que las del resto de la economía. Para la campaña 2025/26, se proyecta un aumento del área sembrada del 1,9% y una producción total estimada de 142,6 millones de toneladas, “una de las más altas de la historia”, según remarca la encuesta. Además, las excelentes perspectivas del mercado internacional de carnes se traducen en muy buenas rentabilidades para los productores ganaderos, sobre todo en cría y recría.
El componente electoral: confianza y dudas
Como en cada edición, el Ag Barometer incluyó una pregunta especial, vinculada esta vez al escenario electoral: ¿Cree usted que La Libertad Avanza (LLA), en las elecciones legislativas nacionales del mes de octubre, va a poder revertir la derrota sufrida en la provincia de Buenos Aires?
El 47% de los productores respondió que sí, mientras que el 53% consideró que el resultado no se modificará.
Entre quienes confían en una recuperación electoral, predomina una mirada optimista, basada más en la confianza hacia el rumbo económico del Gobierno que en un análisis político tradicional. La mayoría argumenta que en Buenos Aires votó todo el electorado kirchnerista, mientras que una parte del voto libertario se abstuvo, por lo que esperan que una mayor participación en una elección nacional modifique el resultado.
También se destaca la idea de que el interior del país podría equilibrar la balanza, ya que los votantes rurales y del interior productivo se sienten más representados por las políticas oficiales. Otros mencionan que las medidas económicas recientes, como la reducción de retenciones y ciertas acciones de alivio social, mejoraron la percepción general del Gobierno, sumado a la expectativa de una comunicación más efectiva y eventuales alianzas que amplíen su base de apoyo.
Por su parte, quienes creen que el oficialismo no logrará revertir la derrota citan como razones principales el desgaste de gestión, la pérdida de credibilidad y el malestar económico que aún atraviesa amplios sectores sociales. También aluden a la mayor organización de la oposición y a la impaciencia frente a un proceso de cambio percibido como lento.
En síntesis, predomina una visión de optimismo moderado, donde la esperanza de continuidad y la confianza en el voto del interior contrastan con la prudencia de quienes advierten que la situación económica podría incidir negativamente en los resultados de octubre.
Preocupación a largo plazo: el fantasma del populismo
El Ag Barometer también revela un dato que trasciende el presente: al 84% de los productores agropecuarios les preocupa la posibilidad de un triunfo de un candidato de extracción populista en 2027.