Fuente Infobae
Después del conflicto del Atlántico Sur, y poco antes que asumiera Raúl Alfonsín como presidente, la Comisión Rattenbach juzgó a la junta militar que integraban Galtieri, Anaya y Lami Dozo y a quienes dirigieron las operaciones en las islas. Los lapidarios escritos del general de división Tomás Sánchez de Bustamante
Tras la rendición de Puerto Argentino, el 14 de junio de 1982, seis meses más tarde los integrantes de la Junta Militar que reemplazaron a Leopoldo Galtieri, Jorge Anaya y Basilio Lami Dozo decidieron constituir una comisión que examinara las responsabilidades políticas y estratégicas militares en el conflicto del Atlántico Sur. Al frente de esa comisión fue nombrado el teniente general (RE) Benjamín Rattenbach y estuvo integrada por el general de división (R) Tomás Armando Sánchez de Bustamante, el almirante (R) Alberto Pedro Vago, el almirante (R) Jorge Alberto Boffi, el brigadier general (R) Carlos Alberto Rey y el brigadier mayor (R) Francisco Cabrera. Durante largas jornadas, fueron interrogados los más importantes actores del conflicto con Gran Bretaña. El dictamen final y las sentencias de la “Comisión Rattenbach” fueron entregadas a la Junta Militar que integraban Nicolaides, Franco y Hughes, antes de que asumiera Raúl Ricardo Alfonsín, el 10 de diciembre de 1983.
Algunos fueron sancionados con penas “graves” que no se cumplieron (muerte o reclusión perpetua). La gran mayoría de los declararon ante los integrantes de la Comisión Rattenbach no contaron toda la verdad y tampoco pusieron sobre la mesa los documentos que dieron origen a la “aventura militar”, tal como la calificó el alto tribunal castrense.
El representante del Ejército, Tomás Sánchez de Bustamante, era en ese momento vocal del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas y había sido protagonista de los principales sucesos políticos del país entre 1955 y 1973, cuando pasó a retiro tras ser comandante del Primer Cuerpo de Ejército. Durante las sesiones de la “Comisión de Análisis y Evaluación de las Responsabilidades políticas y estratégico-militares en el Conflicto del Atlántico Sur” (CAERCAS) fue tomando notas sobre los personajes y sus declaraciones. Algunos van a pasar frente al Alto Tribunal más de una vez. Estas son algunas declaraciones que merecieron de parte del general de división (RE) Tomás Sánchez de Bustamante las siguientes reflexiones:
Dr. Amadeo Frúgoli (Ministro de Defensa).- Fue totalmente marginado pese a ser miembro nato del Comité Militar. Fue un “francotirador” de la acción psicológica. Opina que los comunicados del Estado Mayor Conjunto no eran suficientemente precisos. En reuniones de gabinete se afirmó que estábamos en aptitud militar para la confrontación. Nicanor Costa Méndez (audiencia del 16 de marzo de 1983). Se lo ve muy tranquilo y seguro. El ex canciller Camilión le expresó escepticismo sobre las Malvinas (aquél no mencionó esto en sus declaraciones). Carrington “poco concreto + falta de previsión suficiente” para concertar una conversación en negociación. Conocía las tramitaciones del Brigadier Carlos Pastor (canciller de Videla). Aclara que su declaración después de (la cumbre con los británicos) Nueva York significaba “salir del sistema” y no, en cambio, emplear el poder militar sino actuar siempre dentro de la Carta (de la ONU). Se entera de la decisión de ocupar las islas a mediados de febrero “sin inminencia alguna” (*). No se le encargó nada para el apoyo de aquella intención. Solo planteaba la vía pacífica. A principios de marzo le indica al embajador Roca (embajador en Naciones Unidas) que estudie la eventualidad emergente en la ONU por las islas. Concordó con la Junta Militar en la decisión. A partir del inicio de las medidas militares de Gran Bretaña (mediación/ayuda), la impresión era que Estados Unidos optaría por la mediación “hegemónica”. Otras opciones son intervención y organismos internacionales). El 30 de marzo la Junta Militar autoriza a acordar aspectos sobre una posible mediación. Hasta aquí no aparece claro el tema “ocupación militar de las islas” Su impresión era que “se ocupaba para negociar”. Documento de la Junta Militar nada dice de acciones militares. “Esperaba” que no habria guerra abierta. Acepta que las declaraciones y propósitos cambiaron por efecto de los acontecimientos. El ambiente triunfalista perturbó las negociaciones. La ocupación de las Malvinas no era real prioridad. Me deja la impresión que no se imaginó la magnitud del lío en que se metía. Quiso aprovechar Geogias en apoyo soberanía conjunta con Malvinas. Creo que nos proporcionará buenos elementos de juicio para analizar a la Junta Militar. Dice que la Cancillería había hecho los estudios del caso (Relaciones Exteriores dice no tenerlos) pero que no se lo pidieron.
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El 24 de marzo de 1983 compareció ante la Comisión Rattenbach el teniente general (RE) Leopoldo Fortunato Galtieri. Un año antes Galtieri, junto con Anaya y Lami Dozo, había encabezado el acto del sexto aniversario del Proceso de Reorganización Nacional y participado en la misa en la capilla Stella Maris, en la zona del puerto de Buenos Aires. En esta ocasión, el fuerte general de ayer se sentaba en el banquillo de los acusados. Sánchez de Bustamante lo registró así, tal como lo escuchó, con grandes vacíos informativos: La política interna no influyó de ninguna manera. Tampoco estuvo en la intención “revitalizar al proceso”. Consideraba imposible haber guardado el secreto de proceder de otra forma. Se lo observa “humilde”. Dice que no abundó en detalles, órdenes, directivas, etc, porque la capacidad y experiencia de los miembros del Comité de Trabajo lo hacían superfluos. La recuperación de Malvinas era una previsión natural del planeamiento (¡?). Deduzco que cree que el planeamiento es una cosa rígida, esquemática e inmodificable. Insiste en que los 150 años agotaron todo margen de seguir negociando como hasta allí. Tenía la intención de “escalar” las acciones hasta la cúspide de la ocupación militar. ¡No tiene presente si se hizo la apreciación de estrategia general por Relaciones Exteriores!! Que mejor consulte. Pese a la importancia de lo dicho manifiesta que ello no fue tratado en la Junta Militar. Su criterio era que a despecho de la desfavorable relación del poder aeronaval, las islas eran defendibles por un tiempo limitado y porque así lo determinaba el honor nacional. Su opinión era de una probable neutralidad de los EE.UU., hasta su conversación con Reagan. El canciller no era optimista sobre el Consejo de Seguridad. Hizo frecuentes apreciaciones actualizadas.
Afirma que la República Argentina estaba dispuesta a cumplir con la Resolución 502. Es sólo subjetivo pensar si otro gobierno hubiera podido retirar las tropas. El asesoramiento durante su visita a las Islas fue lleno de optimismo. Comandante en Jefe-Presidente de la Nación-Presidente del Comité Militar, no se puede estar en misa y repicando (se lo advierte “contra las cuerdas”). Ex Presidente y ex Comandante en Jefe en guerra; produce un especial sentimiento de consideración y de pena verlo en el banquillo de los acusados tratando de explicar muchas cosas de muy difícil comprensión.
El 30 de marzo de 1983 se presentó ante la comisión Rattenbach el ex jefe de la Armada, almirante Jorge Isaac Anaya. Entre las anotaciones de Sánchez de Bustamante consta que el jefe naval “se presenta con respeto, modestia y seguridad en sus respuestas. Opina que Gran Bretaña quería congelar las cosas para que el desarrollo tecnológico permitiera la explotación de los recursos integrales de las Malvinas.” Luego explicó que el 2 de abril “se decidió sin una apreciación política estratégica general. Cree en el concepto de ‘soberanía progresiva’. La ocasión era importantísima… se trataba de forzar una situación ‘costosa’ política y militarmente para Gran Bretaña negociara. Las pautas para el Comité de Trabajo no eran conocidas ‘in voce’ por la Junta Militar. Todo el resto de las instrucciones para conducir las ‘negociaciones’ fue conocido y aprobado por la Junta Militar. Sabía desde 1980 que Gran Bretaña poseía gran capacidad de detección satelital. Aunque dice no recordarlo con precisión, el canciller (Costa Méndez) alentó la operación y apremió por el adelanto de la fecha. Dice que la Royal Navy ‘recibió una gran paliza’ (sic). El éxito era sinónimo de esfuerzo hasta máximo desgaste del enemigo (costo de la operación).”
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Una semana más tarde – 7 de abril de 1983—compareció el brigadier general Basilio Arturo Lami Dozo quien, para Sánchez de Bustamante, “tiene claras sus respuestas (en 1978 hubo una nota del almirante Massera sobre Malvinas; sólo una nota). El 5 de enero se habla por primera vez de esto (N.A.: se habla de ocupar Malvinas). Lo hizo el general Galtieri. Lo ‘interno’ no fue causa ‘eficiente’. 1982 sería crítico por la modificación de la duración de los períodos de duración de los comandantes en jefe (prolongándolas tanto como lo decidiera cada Fuerza). El canciller toma conocimiento de la decisión (fue adoptada el 12 de enero) en la reunión ‘ad hoc’: no hay actas de las decisiones de la Junta Militar por razones de ‘secreto’. El grupo de trabajo llegó por su parte al objetivo limitado que tenía en mente la Junta Militar. Anaya apoya y ‘motoriza’ el proyecto Davidoff. La Junta Militar para evitar problemas en la reunión de Nueva York prohibe que Davidoff actúe antes… incurre en contradicciones: Estados Unidos estaría en contra y Gran Bretaña no emplearía el poder militar si Estados Unidos no se lo permitía. Usó varias veces ‘error’. Al iniciarse el conflicto expresó a sus mandos: ‘El mayor peso de la lucha caerá sobre nuestras espaldas pero no iremos a un holocausto’. Confiaba en las negociaciones. Lo sorprendió saber que Galtieri estuvo tan ‘duro’ al principio.”
El 13 de abril de 1983 volvió a comparecer Nicanor Costa Méndez y se tomaron los siguientes apuntes: “Tenía esperanzas de que EEUU no tomara parte apoyando a Gran Bretaña, sino que actuaría como mediador. El ‘gran propósito’ era la negociación. Aclara que por el ‘secreto’ no se indagó en las embajadas argentinas y no se tenía un cuadro completo de las ‘reacciones’. La decisión de ocupar las Malvinas no suspendía (hasta las 18.00 horas del día D+1) las gestiones diplomáticas. Recién el 11 de abril Rusia ofrece su veto (en el Consejo de Seguridad de ONU). Rusia no lo condicionaba, y EEUU lo calificaba de fatal. En ningún caso URSS pidió nada a cambio. El veto de Gran Bretaña de todos modos modificará la situación inicial de la Argentina en la ‘ruptura de la paz’. Entre las negociaciones de Haig y Belaúnde Terry, la Junta Militar ‘flexibiliza’ su concepto de soberanía. Concluirlo todo en 1982 no era una fecha sacramental. (…) Consideró negativa la reunión del 10 de abril en la Plaza de Mayo.”
El 10 de mayo de 1983 compareció ante la Comisión Rattenbach el coronel Juan Ramón Mabragaña, oficial del arma de Infantería, perteneciente a la Promoción 83 del Colegio Militar. Fue el jefe de la Fuerza de Tareas Yapeyú (Agrupación Litoral), destinada en Puerto Howard. Pertenecía a la Brigada III, cuyo comandante era el general Omar Edgardo Parada. “Dice que su comandante lo tuvo abandonado (está probado)”, escribió Sánchez de Bustamante. “Lo vio (recién) al llegar a Puerto Argentino y luego en el barco (ni siquiera fue a visitar a sus oficiales prisioneros). El relato de desorden y precariedad es patético. Tuvo dos muertos de hambre y unos 7 autoheridos. Su desempeño lo ‘involucra’ en el desarrollo de la lucha por las Malvinas. (No tiene responsabilidad; hizo cuanto pudo). Deja excelente impresión”. Capitán de navío Carlos Robaccio, comandante del Batallón de Infantería de Marina 5: “Expuso con toda claridad. Se confirma la opinión que ya se tenía de él y de su unidad. Impresiona como un hombre modesto y valiente”. El 15 de mayo declaró un capitán auditor. “Pinta un cuadro similar del desorden en que vivía y se manejaba (o no se manejaba) la isla. El derrumbe final fue un verdadero ‘desbande’. El estado moral de los cuadros y de la tropa fue malo, a medida que pasaba el tiempo y se alejaba la posibilidad de un arreglo diplomático.
El 19 de abril de 1983 volvió a comparecer ante la Comisión Rattenbach el teniente general (RE) Leopoldo Fortunato Galtieri. En el cuaderno de apuntes de Sánchez de Bustamante quedaron asentados varios pasajes de sus declaraciones. “Llega con aspecto tranquilo y ‘descansado’” anotó el miembro de la comisión, y siguió: “El anuncio de Haig sobre la futura ubicación de EEUU (N.A.: al lado del Reino Unido) fue tomado con ‘beneficio de inventario’. No hubo asesoramiento por los comandos de Cuerpo I y II para el envío de las brigadas X y III. Había cosas ‘malas’ que no llegaban a conocimiento de Galtieri (en realidad pasó en todas las guerras). Opina que haber aceptado la propuesta última de Gran Bretaña habría significado retrotraer las cosas a un punto peor que el inicial. Dice que nunca estuvo en la mente del Comité Militar la ‘derrota’ militar del Reino Unido; el gobierno inglés nunca hizo una oferta aceptable para Argentina. Los generales de división no fueron consultados para (tomar) la decisión inicial. (*) Eso determina la queja de haber sido ignorados.” La sesión con Galtieri volvió a hacerse el 21 de abril de 1983 y en esa oportunidad, el ex presidente de facto agregó ante la Comisión: “Ningún comandante de Cuerpo tuvo cerrada la puerta para hablar con el comandante en Jefe. Hizo numerosas reuniones con los generales de división. Tuvo contacto frecuente –afirma—con (general Vaquero) el jefe del Estado Mayor del Ejército y los jefes de las jefaturas (esto coincide con lo afirmado por el coronel Domínguez). […] “La situación política interna no fue causa determinante; ni siquiera importante. La doctrina conjunta como documento no es suficiente. Frente a su experiencia cree hoy que debió ser más flexible en su guarda del secreto y los preparativos. El Teniente General Rattenbach lo recriminó severamente el no haberse asesorado debidamente y organizado su gobierno y comando para una mayor eficacia. Galtieri pidió no ser ‘acusado’ (y) Rattenbach le contesta que sólo le señala la verdad de la grave situación a que han llevado al país. Dejó la impresión de hombre vencido pero que aún no ‘realiza’ la gravedad de lo ocurrido.
Al día siguiente, 22 de abril de 1983, compareció nuevamente el almirante Jorge Isaac Anaya, y así quedaron asentadas sus palabras: “Sin la isla Ascensión, Gran Bretaña tenía limitaciones determinantes. La eficacia de los submarinos alemanes para equilibrar a los nucleares se había acreditado en los Operativos ‘Unitas’. Dice que no esperó una reacción como la tenida por el gobierno de Margaret Thatcher. El apoyo argentino en Centroamérica anticipaba ‘tolerancia’ por parte de los EE.UU.; el subsecretario de EE.UU. (Enders) le dijo a Costa Méndez ‘ese problema (Malvinas) es para nosotros un tema de hands off’. Creyó que siempre era más importante para EE.UU. su frontera libre de amenaza ideológica. EE.UU. dependía del apoyo argentino en Centroamérica. El origen hay que buscarlo en Haig y sus experiencias en la OTAN. Se declara único responsable de que la flota permaneciera en puerto y aguas poco profundas. Expresó (casi convencido) que la Junta Militar tuvo unanimidad en el rechazo de la oferta británica. Su propósito era negociar porque militarmente no se podía ganar. Había que dejar un precedente jurídico con sangre. […] Está de acuerdo con Galtieri en que la resistencia debía continuar y que se podía hacerlo, según la información logística, especialmente, y el cuadro transmitido hasta entonces (¿una semana más?). El Almirante se emociona con facilidad. Se lo percibe realmente afectado y decidido a que toda la responsabilidad caiga sobre él y exonera a sus subordinados).
El 17 de abril de 1983 le llegó la oportunidad al brigadier general Basilio Arturo Lami Dozo de exponer otra vez ante la Comisión: “No estuvo de acuerdo con la reunión de Plaza de Mayo (10 de abril). Perturbaba el objetivo que se perseguía. […] La propuesta Haig (primera) fracasa por el tema ‘deseos’ de los kelpers y el tono de ultimátum. El 20/21 visita las islas y observó que se había previsto una defensa muy ‘estática’ y no se había ‘internalizado’ las perspectivas de un enfrentamiento militar. Había una regla no escrita: la responsabilidad de cada fuerza era exclusiva y totalmente de su Comandante. Las fricciones en el nivel de la Junta Militar eran frecuentes. La propuesta de Belaúnde Terry se rechazó unilateralmente Junta Militar, menos Lami Dozo). Lami Dozo dice que no sabe quién lo decidió pero él lo aceptó para no producir fisuras frente al enemigo. Anaya lo apoyaba en el propósito de ‘retener’ la propuesta de Pérez de Cuellar. Se deduce que es Galtieri quien la difiere (conversación con Belaúnde Terry).” El jefe aeronáutico, entre otras consideraciones, reveló que “desde el 9 de febrero el canciller Costa Méndez trabaja continuadamente con la Junta Militar (no sabe exactamente la fecha pero es en torno de esa ocasión). Entonces (ya hoy su opinión es distinta), el secreto era exagerado y afectó la eficacia.” Entre las últimas páginas del cuaderno, junto con la fecha 27 de enero de 1983, bajo el subtítulo “Reunión con los Jefes de Unidad”, Sánchez de Bustamante anotó: “La Brigada III llegó y el general Menéndez no sabía nada. La Brigada IX idem. La idea de Galtieri era generalizar el conflicto si Gran Bretaña atacaba el continente.” Seguidamente escribió un dato que revela la superioridad técnica de las fuerzas del Reino Unido: “Los ingleses desembarcaron 34.000 toneladas en 4 días en San Carlos. La Fuerza Aérea Argentina 12-14.000 toneladas en todo el conflicto.”