Fuente: La NAcion

Desde muy chica, Elisa Pardo (62) escuchaba a los adultos del pueblo hablar de “el nazi”. Así le decían a un hombre que había sido vecino en Santa Rosa de Calamuchita, Córdoba. Él había muerto cuando ella tenía apenas siete años, pero su nombre seguía apareciendo en las conversaciones. Nadie contaba demasiado, pero todos parecían saber quién era. Esa curiosidad infantil, que comenzó como una simple pregunta, fue creciendo con los años hasta convertirse en una obsesión: ¿quién había sido Ludolf von Alvensleben?

Durante ocho años, Elisa se dedicó investigar. Y lo que descubrió la estremeció. No solo se trataba de un alto jerarca nazi, sino que ese hombre con un pasado tan oscuro como inquietante, se había refugiado en el país y vivido a la vista de todos. Fue presidente de un club deportivo, concejal por la Unión Cívica Radical y hasta se atrevería a decir “un vecino respetado del pueblo”. En su libro La búsqueda de Hubertus: tras las huellas del alto jerarca nazi Ludolf von Alvensleben, Pardo reconstruye la vida de quien logró esconder su historia entre la rutina y el olvido.

Retrato de Ludolf von Alvensleben alrededor de 1930
Retrato de Ludolf von Alvensleben alrededor de 1930
En la Argentina, Ludolf von Alvensleben se instaló en Santa Rosa de Calamuchita, Córdoba
En la Argentina, Ludolf von Alvensleben se instaló en Santa Rosa de Calamuchita, Córdoba

-Para quienes no lo conocen, ¿quién fue Ludolf von Alvensleben y qué lugar ocupó en el régimen nazi?

–Su nombre completo era Ludolf Hermann Emmanuel Georg Kurt Werner von Alvensleben. Nació en Halle, en Sajonia, Alemania, y provenía de una familia aristocrática con tradición militar: su padre y su abuelo también habían sido militares. Fue miembro de las SS con el rango de Gruppenführer y llegó a ser teniente general de la policía y las Waffen SS (el cuerpo paramilitar de los nazi). Ocupó un lugar importante, fue la mano derecha de Heinrich Himmler, uno de los líderes más influyentes del nazismo, el creador de los campos de concentración y el principal ideólogo de la mística que envolvía a las SS. Himmler promovía una visión casi religiosa del nazismo, cargada de simbolismo pagano, cultos a los dioses nórdicos y una exaltación de la “pureza aria”. Von Alvensleben respondía directamente a Himmler, quien a su vez, respondía solo a Adolf Hitler. Su caso es particular porque el nazismo no había logrado atraer a ciertos sectores sociales, como los aristócratas, los anarquistas o los marxistas. Su base de apoyo era, principalmente, la clase media empobrecida. Por eso sorprende que alguien como von Alvensleben, que pertenecía a la nobleza, se haya entregado con tanto fervor al Partido Nacional Socialista.

–¿Y por qué cree que lo hizo?

–Creo que hay pasiones oscuras que muchas veces ya vienen con el ser humano. Él ejerció un poder ilimitado en los campos de concentración que tuvo a su cargo, entre el 1938 y 1941.

En 1939, Alvensleben (con el brazo apoyado) encabezó el Volksdeutscher Selbstschutz en Bydgoszcz, una milicia paramilitar responsable de asesinatos masivos en Polonia.
En 1939, Alvensleben (con el brazo apoyado) encabezó el Volksdeutscher Selbstschutz en Bydgoszcz, una milicia paramilitar responsable de asesinatos masivos en Polonia.
Ludolf von Alvensleben, como oficial de las SS (Gentileza Elisa Pardo)
Ludolf von Alvensleben, como oficial de las SS (Gentileza Elisa Pardo)

-¿De cuántas muertes se lo acusó?

-Los números varían según las fuentes, pero se estima que estuvo involucrado en la muerte de unas 5000 personas, en su mayoría polacos. En los campos de concentración en los que estuvo, no usaban cámaras de gas. Allí actuaban los Einsatzgruppen, que significa “grupos móviles de exterminio”. Mataban a sus víctimas con un disparo en la nuca. Hombres, mujeres y niños… todos enterrados en fosas comunes, muchas veces cavadas por los mismos prisioneros antes de ser asesinados. Los cuerpos se apilaban porque iban cayendo uno sobre otro. Es algo escalofriante. Cuesta imaginar tanta crueldad. Hasta algunos miembros de las SS llegaron a admitir que esa forma de matar los perturbaba profundamente. Pero, al parecer, a Ludolf von Alvensleben no.

-¿Cómo logró escapar y llegar a Argentina?

-Después de la guerra fue capturado por los británicos, pero logró escapar del campo de prisioneros de Neuengamme. Llegó a Italia, donde ya lo esperaba un pasaporte falso, gestionado con ayuda de la Cruz Roja y el aval del Vaticano, y un pasaje en barco para llegar a Sudamérica, uno de los destinos preferidos de los nazis que huían. En su caso, no hay certezas sobre cómo llegó al país: algunos piensan que podría haber llegado en los submarinos conocidos “los lobos grises” que desembarcaron en la Patagonia. Lo cierto es que llegó a la Argentina en 1948, con el nombre de Carlos Lücke.

Desfile de las Juventudes Hitlerianas en el Sportpalast de Berlín, 13 de febrero de 1939. En la imagen: Gertrud Scholtz-Klink, Heinrich Himmler, Rudolf Hess, Baldur von Schirach y Artur Axmann. Ludolf von Alvensleben aparece detrás de Himmler.
Desfile de las Juventudes Hitlerianas en el Sportpalast de Berlín, 13 de febrero de 1939. En la imagen: Gertrud Scholtz-Klink, Heinrich Himmler, Rudolf Hess, Baldur von Schirach y Artur Axmann. Ludolf von Alvensleben aparece detrás de Himmler.
En el centro, Ludolf von Alvensleben, en Polonia. En la misma fila, el primero a la derecha es su primo, Ludolf Jacob von Alvensleben.
En el centro, Ludolf von Alvensleben, en Polonia. En la misma fila, el primero a la derecha es su primo, Ludolf Jacob von Alvensleben.Gentileza Elisa Pardo – Gentileza Elisa Pardo

-¿Cómo fueron sus primeros tiempos en el país?

-Se instaló primero en la ciudad de Buenos Aires, en un departamento ubicado en la calle Belgrano 553. Era un edificio antiguo, pero aún en buen estado. Durante ese tiempo estuvo muy vinculado a la comunidad alemana que vivía en la ciudad. Hizo algunos trabajos esporádicos, nada muy estable, y supongo que acá aprendió el idioma. Hablaba muy bien el castellano. Hasta que en 1952 se mudó a Villa María, en Córdoba, donde finalmente se reunió con su familia. Pero su estadía en Villa General Belgrano fue breve, enseguida se mudó a Santa Rosa de Calamuchita.

Ludolf von Alvensleben estaba casado con Melitta Sophie Julie Mila Carola von Guaita. Juntos, tuvieron cuatro hijos: Ludovica, Constantino, Busso y Erica. “Hace poco descubrí que también tuvo un hijo extramatrimonial nacido en un Lebensborn”, dice Elisa.

“Los Lebensborn [que significa “fuente de vida” en alemán] eran hogares especiales creados por el régimen nazi, donde mujeres arias eran alentadas a tener hijos con miembros de las SS, con el objetivo de ‘aumentar la población pura’, según la ideología nazi. Y fue en uno de esos lugares donde Alvensleben tuvo a ese otro hijo”, explica.

Lebensborn fue un programa nazi creado en 1935 por Heinrich Himmler para fomentar el nacimiento de niños “arios”. Ofrecía apoyo a mujeres consideradas “racialmente puras” y promovía que miembros de las SS tuvieran hijos con ellas. Alvensleben tuvo un hijo bajo este programa.
Lebensborn fue un programa nazi creado en 1935 por Heinrich Himmler para fomentar el nacimiento de niños “arios”. Ofrecía apoyo a mujeres consideradas “racialmente puras” y promovía que miembros de las SS tuvieran hijos con ellas. Alvensleben tuvo un hijo bajo este programa.

-Villa General Belgrano es conocida por su gran comunidad alemana. ¿Por qué decidió mudarse a Santa Rosa de Calamuchita?

-A él no le gustaba que los alemanes de Villa General Belgrano se mantuvieran tan cerrados, sin mezclarse con la gente del lugar. Era una persona muy volcada a la vida comunitaria, le gustaba participar e integrarse. En Santa Rosa de Calamuchita incluso dejó de usar su nombre falso y le decían “Bubi”, que quiere decir niño. No hablaba abiertamente de su pasado, pero tampoco lo negaba: admitía que había estado en la guerra. Tenía una casa muy modesta y era muy austero. No tenía lujos pero no le faltaba nada, hasta le alcanzaba para enviarle algo de dinero a Erica, su hija, que estaba en Alemania. Su esposa era ama de casa. Se lo solía ver manejando un jeep, pero hay vecinos que recuerdan que, cuando recién llegó, tenía un Maserati, algo que llamaba mucho la atención en un pueblo tan chico.

Entre el material que Pardo recopiló de aquella época, halló una curiosa imagen de Ludolf von Alvensleben pescando truchas.
Entre el material que Pardo recopiló de aquella época, halló una curiosa imagen de Ludolf von Alvensleben pescando truchas.Gentileza Elisa Pardo – Gentileza Elisa Pardo

-¿En Calamuchita, a qué se dedicó?

-Él era agrónomo, se había graduado en Alemania allá por 1920. Así que, cuando se instaló acá, empezó criando ovejas. Más adelante se convirtió en corredor inmobiliario, hasta que lo nombraron inspector de caza y pesca. Y ahí viene una parte bastante insólita… Como inspector de caza y pesca, dependiente del gobierno provincial, se tomaba el cargo muy en serio. A veces demasiado. Si alguien pescaba sin permiso o con el carnet vencido, los corría… ¡a los tiros! Hay una anécdota increíble: una vez persiguió en su auto a dos pescadores y les disparó. El auto terminó volcado y todos los pejerreyes que habían pescado quedaron desparramados por el camino. Era un hombre de armas tomar, literalmente. Siempre andaba armado por el pueblo. Yo creo que, en parte, lo hacía porque sabía que lo estaban buscando. Simón Wiesenthal, el famoso cazador de nazis, seguía sus pasos y ya tenía varios pedidos de captura.

Alvensleben (centro), junto a Karl Wolff y Himmler, en una imagen tomada alrededor de 1938-1939
Alvensleben (centro), junto a Karl Wolff y Himmler, en una imagen tomada alrededor de 1938-1939Gentileza Elisa Pardo – Gentileza Elisa Pardo

–Mencionó que dejó Villa General Belgrano porque buscaba integrarse más en la comunidad. ¿Qué vínculo tuvo con la gente del pueblo?

-Tuvo una participación muy activa. Fue vicepresidente segundo de la cooperadora policial de Santa Rosa de Calamuchita, director técnico y luego presidente del Club Unión de fútbol. También fue elegido concejal por la Unión Cívica Radical en 1963.

El jerarca nazi Ludolf von Alvensleben, en una imagen tomada junto a su Citroën (Gentileza Elisa Pardo)
El jerarca nazi Ludolf von Alvensleben, en una imagen tomada junto a su Citroën (Gentileza Elisa Pardo)

–¿Cómo se explica que alguien con ese pasado haya ingresado al país, se haya establecido y llegado a ocupar un cargo público sin mayores inconvenientes?

–Ese justamente fue uno de los aspectos que más me interesó explorar en el libro. No solo reconstruí su historia, también quise entender cómo una persona así pudo insertarse tan fácilmente en una comunidad. Desde un punto de vista psicológico y sociológico, es muy revelador. A nivel social, él era visto como un hombre correcto, muy respetuoso, con buenos modales y una vida ordenada. Él se brindaba, los chicos que jugaban al fútbol iban a comer asados a su casa… Todo eso generaba cierta admiración, al punto de que muchos dejaban de lado, o preferían no ver, su pasado. Es como si su comportamiento presente sirviera para disculpar lo anterior. Eso es lo que más llama la atención: cómo se naturalizó su presencia y hasta se lo valoró.

Alvensleben (centro), junto a su equipo de fútbol en el Club Unión, año 1963
Alvensleben (centro), junto a su equipo de fútbol en el Club Unión, año 1963Gentileza Elisa Pardo – Gentileza Elisa Pardo

Además, en aquella época, en nuestro país había un fuerte sentimiento pro germánico. En 1938, cuando Alemania anexó Austria, acá en la Argentina se realizó un acto masivo en el Luna Park organizado por la comunidad alemana. Fue, de hecho, el acto más grande de apoyo al régimen nazi fuera de Alemania. También existía un marcado sentimiento filonazi dentro de sectores del Ejército argentino. Los jerarcas nazis que lograron ingresar al país a través de lo que se conoció como “la ruta de las ratas”, lo hicieron con la venia de Perón.

En 1938, la Asociación Austro-Germana celebró la anexión de Austria a la Alemania nazi con un acto en el Luna Park.
En 1938, la Asociación Austro-Germana celebró la anexión de Austria a la Alemania nazi con un acto en el Luna Park.

Entre los testimonios y anécdotas que más llamaron la atención durante su investigación, Pardo recuerda uno en particular: una mujer le contó una experiencia que había vivido su padre con Alvensleben. En una conversación, él se refirió a Don Rubinich, un almacenero del pueblo, con un insulto antisemita: “judío de mierda”. El padre de la testigo no se lo dejó pasar. Le reprochó: “No, mi amigo… acá no. Esas cosas no se las vamos a permitir”. Fue un gesto simple, pero significativo.

Ludolf von Alvensleben fue uno de los jerarcas nazis más influyentes del Tercer Reich. Tras la guerra, escapó a la Argentina y se instaló en Córdoba. Elisa Pardo reconstruyó su historia en La búsqueda de Hubertus, una investigación que revela los silencios y complicidades que rodearon su vida en el país.
Ludolf von Alvensleben fue uno de los jerarcas nazis más influyentes del Tercer Reich. Tras la guerra, escapó a la Argentina y se instaló en Córdoba. Elisa Pardo reconstruyó su historia en La búsqueda de Hubertus, una investigación que revela los silencios y complicidades que rodearon su vida en el país.

-¿Hubo alguna intención de enjuiciarlo o de extraditarlo?

-Sí, hubo varios pedidos de captura en su contra, pero nunca llegaron a concretarse. Para ese entonces, Adolf Eichmann ya había sido capturado en Argentina, juzgado en Israel y condenado a muerte, lo que puso en alerta a muchos prófugos nazis. En el caso de Alvensleben, incluso hubo un pedido formal de extradición que el presidente Arturo Illia no autorizó. Él sabía que lo estaban buscando y que estaban cada vez más cerca. Pero no llegaron a tiempo: en 1970 murió de cáncer de pulmón. Después de su muerte, su esposa se mudó a Villa General Belgrano y los hijos se fueron del pueblo. Algunos regresaron a Alemania y otros se instalaron en Buenos Aires.

Entre los muchos enigmas que rodean la historia de von Alvensleben, uno de los más curiosos es su tumba. “Una de las primeras cosas que hice fue ir al cementerio a ver dónde estaba enterrado. Y lo que más me llamó la atención es que su tumba nunca está descuidada. Siempre tiene flores, siempre está bien arreglada. ¿Quién las lleva? Nadie lo sabe”. Pero hay más: la lápida, que ya no está, tenía un epitafio escrito en un alemán muy antiguo, difícil de traducir. Se menciona un castillo, probablemente el que perteneció a su familia en Alemania y que fue expropiado en 1945. Hoy ese castillo es, irónicamente, un spa de sanación. El mensaje, sin embargo, sigue siendo confuso… como si también guardara un secreto», dice Pardo.

La tumba de Ludolf von Alvensleben, alto jerarca de las SS nazis, se encuentra en el cementerio municipal de Santa Rosa de Calamuchita, Córdoba, Argentina, junto a la de su esposa. Las placas fueron misteriosamente retiradas
La tumba de Ludolf von Alvensleben, alto jerarca de las SS nazis, se encuentra en el cementerio municipal de Santa Rosa de Calamuchita, Córdoba, Argentina, junto a la de su esposa. Las placas fueron misteriosamente retiradasGentileza Elisa Pardo – Gentileza Elisa Pardo

-El libro se llama “La búsqueda de Hubertus”. ¿Quién fue Hubertus?

-Hubertus es el nombre de un nieto de von Alvensleben que decidió investigar la vida de su abuelo, algo que el resto de la familia, al parecer prefería no hacer. Con todo lo que descubrió, hizo un documental titulado Back Home to the Reich with Bubi. Le puse ese nombre porque como Hubertus, yo hice mi propia búsqueda. Hubertus leyó mi libro y le gustó mucho.

La autora del libro "La búsqueda de Hubertus", Elisa Pardo es docente jubilada y escritora.
La autora del libro «La búsqueda de Hubertus», Elisa Pardo es docente jubilada y escritora.

–Para cerrar, ¿qué revela esta historia sobre la Argentina y su vínculo con los refugiados nazis?

–Muestra una fuerte tolerancia —o incluso adhesión— a los totalitarismos y lo que Hannah Arendt llamaba “la banalidad del mal”. Personas con un pasado gravísimo pudieron empezar de cero con total facilidad: compraron propiedades, participaron de la vida pública, ocuparon cargos… cosas que hoy nos parecerían imposibles. A mí todavía me sorprende. Y creo que eso es lo que más impacta a quienes leen el libro: cómo una sociedad pudo abrirle la puerta, sin demasiadas preguntas, a personajes con un pasado tan oscuro.