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miércoles, septiembre 18, 2024
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Detuvieron a Fernando Albareda, militante de HIJOS, por el asesinato de su madre

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Detuvieron a Fernando Albareda por el crimen de Susana Montoya

Fue imputado y detenido este jueves como supuesto autor del hecho, bajo la carátula de homicidio calificado por el vínculo.

Susana Montoya fue asesinada el pasado 01 de agosto en su casa ubicada en barrio Ampliación Poeta Lugones, en la ciudad de Córdoba.

Tras una semana de investigación, la Fiscalía de Instrucción del Distrito IV turno 3 definió la detención de Fernando Albareda, de 53 años, hijo de la víctima.

Las medidas investigativas contaron con la colaboración de la Unidad Judicial de Homicidios, la Brigada de Investigación de Homicidios y los distintos gabinetes científicos de la policía judicial del Ministerio Público Fiscal.

VER: La evidencia que condena a Fernando Albareda

Desde la fiscalía informaron que Albareda “fue imputado y detenido” este jueves «como supuesto autor del suceso encuadrado legalmente como Homicidio calificado por el vínculo.

Todo indica que la detención se llevó a cabo a partir de “la incorporación de profusos y contundentes elementos probatorios” que revelan Albareda fue un participante activo en el crimen.

Además, el informe técnico del Área de Grafocrítica de Policía Judicial estableció que las amenazas encontradas en la pared del hogar serían obra del detenido.

La evidencia que condena a Fernando Albareda

Este jueves el hijo de la víctima fue detenido. La fiscalía informa que cuenta con “profusa evidencia” que le llevó a esta conclusión, a pesar de que el acusado habría intentado desviar la investigación con una pintada amenazante para la militancia de los organismos de Derechos Humanos. La inestabilidad psicológica del imputado.

Para darle contexto a la noticia, la mujer asesinada fue la esposa del subcomisario Ricardo Fermín Albareda, torturado y asesinado en la dictadura, aún hoy desaparecido. Su hijo Fernando, detenido este jueves, fue el responsable de llevar a buen trámite la reparación del legajo de su padre.

Desde el primer momento, la fiscalía siguió el rastro de algunas incongruencias y evidencias que apuntaban al entorno de la víctima y, aunque no se agotaron todas las instancias periciales y aún no se conoce el detalle de la prueba, se puede especular con algunos hechos evidentes.

Los hechos

El viernes 2 de agosto por la tarde encontraron el cuerpo sin vida de Susana Beatriz Montoya, de 74 años, en su casa de barrio Ampliación Poeta Lugones, en la zona norte de la ciudad de Córdoba, víctima de una muerte muy violenta.

La autopsia confirmó que Susana Montoya fue golpeada en la cabeza con un objeto contundente y luego sufrió asfixia mecánica por estrangulación. También presentaba una herida de cuchillo.

En principio, no estaría por completo esclarecida la secuencia exacta que terminó con la muerte violenta, pero al menos en la especulación de algunos peritos, puede plantearse la siguiente reconstrucción.

Hubo una discusión en el interior de la vivienda, el agresor intentó apuñalar al víctima pero fracasó en el intento y quiso extrangularla. Susana Montoya se escapó hacia el patio y allí el agresor la golpeó con un ladrillo, reiteradas veces hasta matarla.

El cuadro legal sería más grave, si la puñalada hubiese sido un acto posterior a la muerte. Pero también se puede especular, cómo lo hacen algunos especialistas, con la suposición de que la escena ocurrió con Albareda en estado de “emoción violenta”, que aún hoy existe como atenuante en el Código Penal.

Lo cierto es que la opinión preliminar de los especialistas sostenía que quien asesinó, lo hizo en un rapto violento. Susana Montoya debió ser velada a cajón cerrado.

La evidencia forense permitió concluir que había sido asesinada unas 22 horas antes de que su hijo Fernando Albareda diese aviso a la policía de que la había encontrado asesinada en el patio de la casa.

En su primera declaración dijo que, como no sabía nada de ella, fue a ver qué pasaba y que se asomó por una tapia porque las puertas estaban cerradas con llave desde el interior. Fuentes de la investigación revelaron que hubo una comunicación telefónica entre madre e hijo un par de horas antes de la visita que terminó con el asesinato.

Seguramente se hará o se hizo una pericia caligráfica sobre la amenaza escrita en una pared que encontraron los peritos que llegaron: “Los vamos a matar a todos. Ahora vamos por tus hijos. #Policía”. Estaba escrito en rojo, aparentemente con un lápiz labial. No hay confirmación de este detalle, pero igual que con los elementos homicidas, el asesino buscó cubrir sus huellas con lo que tenía a mano.

En paralelo con la confirmación de la imputación y detención, la fiscalía también anunció que la pericia grafológica de las amenazas que denunció el 8 de diciembre del año pasado Fernando Albareda eran falsas y fueron escritas por él mismo.

Las hipótesis

Si grupos ligados de un modo u otro al terrorismo de estado a algún sector de la policía de la provincia hubiesen planeado un asesinato para amedrentar a militantes ¿no habrían planificado una acción a sangre fría, uno o más disparos de arma de fuego, por ejemplo? ¿Por qué la saña? Desde el primer momento la escena indicaba que la asesinaron con lo que encontraron en el lugar.

A todo esto se agregaba el tema del acceso. No habiendo signos de forzamiento, la principal probabilidad era que la víctima hubiese franqueado el acceso al asesino o que éste hubiese tenido una llave.

¿Y el motivo? En las épocas que corren, los investigadores debían verificar si estaban frente a un homicidio en ocasión de robo. Para ello, primero debía constarse el robo, pero además, los perpetradores deberían conocer no solo el historial de la familia, sino también tener algún manejo político como para establecer la amenaza. Difícil, no imposible.

Se había hecho público muy pocos días antes que la mujer estaba por cobrar una millonaria suma de dinero como parte de una reparación histórica por lo sucedido con su esposo secuestrado y desaparecido por miembros de la D-2 de la Policía en 1979. Lo que abría la hipótesis de que alguien hubiese supuesto que habría una suma de dinero en la casa de Susana Montoya. Otra vez, difícil, no imposible.

En la información preliminar, no se podía confirmar que hubiese habido robo; solo se encontró un gran desorden y a la mujer ya fallecida en el patio. La pesquisa confirmó que no se habían sustraído objetos importantes. Nunca se llegó a cobrar el dinero. Nada avalaba la hipótesis del robo.

La investigación del fiscal Juan Pablo Klinger se tomó con la máxima seriedad y profesionalismo. La tarea forense demandó más de una jornada, de donde surgió mucha evidencia: huellas y pisadas, la planimetría considerando posibles formas de acceso alternativas y también algo que a la postre no se requirió pero que podría resultar determinante: Susana Montoya intentó defenderse y arrancó muestras de piel y pelo del agresor.
La determinación del ADN de esas muestras está en curso y será necesaria en caso de que no haya una confesión.

Fuente: CBA24n.com.ar