El aguaribay es un árbol nativo del norte y centro de Argentina, pero que puede encontrarse con facilidad en veredas, parques y casas en la mayoría de las provincias, como Córdoba.

El Schinus molle, conocido también como molle o pimentero, puede alcanzar los ocho metros de altura y se caracteriza por sus pequeñas hojas alargadas y sus frutos rojizos, que pueden utilizarse como pimienta.

Una de las características más conocidas del aguaribay es que funciona como un repelente natural de mosquitos, razón por la cual su sombra era (y es) utilizada como lugar para descansar.

CÓMO UTILIZAR EL ÁRBOL AGUARIBAY COMO REPELENTE DE MOSQUITOS

Existen dos formas de utilizar el árbol aguaribay como repelente de mosquitos.

  • Tomar algunas hojas de aguaribay y frotarlas por la piel.
  • La otra alternativa es confeccionar un líquido para macerarlas con alcohol y luego aplicarlo con un rociador.

PROPIEDADES DEL AGUARIBAY

El aguaribay fue considerado un árbol sagrado en la cultura inca y aún hoy en día es apreciado por la enorme multiplicidad de usos que brinda, tanto con sus hojas, como su cortezas y sus frutos.

Esta especie puede utilizarse para realizar un brebaje para el sistema urinario, para curar llagas y eliminar la sarna: reconocidos personajes históricos como Garcilaso de la Vega, Félix de Azara y Manuel Belgrano destacaron algunos de estos usos en distintos libros o cartas.

La razón es que esta especie posee una serie de aceites esenciales y alcaloides, como el terpineol y el felandreno, que son repelentes naturales de mosquitos, incluido el Aedes Aegypti, vector del dengue.

Especialistas del Hospital Italiano de Buenos Aires aclararon que más allá de su alto costo, el repelente comercializado por la industria farmacéutica puede alterar el neurodesarrollo en niños a largo plazo y siempre es mejor elegir un producto lo más natural posible para la piel, ya que siempre va a ser menos alergénico.

“Pero hay un paradoja en el repelente y es que da una falsa sensación de que, usándolo, ya te cuidás y no hace falta erradicar los criaderos”, cuando ésta última es en realidad “la medida más importante y casi la única que previene una epidemia” porque “el repelente no es un insecticida, solo cuida unas horas, dependiendo del producto activo, pero más tiempo de prevención, mayor riesgo de toxicidad”, remarcó Silvana Figar, jefa de la Sección de Epidemiología Clínica del Hospital Italiano.

Figar está al frente, desde hace varios años, de un taller para aprender a elaborar repelentes caseros y naturales.

Ella y su equipo enseñan a utilizar, por caso, la citronella como repelente. El aceite de citronella proviene de pastos secos cultivados y tiene un olor característico que enmascara el dióxido de carbono y/o el ácido láctico que emanan los seres humanos y que los mosquitos encuentran atractivo. Se ha utilizado por más de 50 años como repelentes de insectos.

También el aceite de eucaliptus se encuentra naturalmente en las hojas y ramas de eucaliptus. Se registro por primera vez en 1948 como insecticida y acaricida y actualmente se lo encuentra como aceite. Como con la mayoría de los aceites naturales no se encuentran efectos adversos. Los productos contienen 27% de producto activo.