Fuente: Bichos de Campo
Hace algunos años en la cuenca lechera central era impensado ver galpones para la producción de leche circundados por campos de pasturas y cultivos agrícolas. Sin embargo, la adaptación de la tecnología a las necesidades del sector y la mayor consideración del bienestar animal están haciendo que esta sea una opción más para considerar sistemas productivos, que a la vez permiten mejores condiciones para la fuerza laboral en los tambos.
En el noreste cordobés, la localidad de Freyre ostenta a la cooperativa láctea Manfrey, que en 2022 se ubicó 14° en el ranking de empresas, con el proceso promedio de más de 437 mil litros diarios, correspondiendo al 1,4% del total nacional, en un mapeo que distingue al sector por su dispersión.
Camino a celebrar 80 años, el próximo 7 de agosto, esta empresa sigue adaptándose a las necesidades de sus socios. “Como cooperativa venimos viendo que todos los años hay una cierta cantidad de tambos que quedan afuera de la actividad, no sólo por motivos económicos, sino por la complejidad de la actividad, por la falta de continuidad generacional”, cuentan. Fue así que a través de una encuesta realizada entre cien productores, se obtuvo información para entender no sólo los nuevos requerimientos de la lechería, sino las brechas productivas, la falta de registro y de gestión en cuestiones básicas.
Ercole Felippa, presidente Manfrey, pero también titular del Centro de la Industria Lechera (CIL), explica que en el relevamiento los puntos clave fueron los sociales, productivos y económicos, revelándose claramente la necesidad de asociarse para producir, pero con la negativa de un reparto de tareas dentro de un mismo espacio, sino que se prefería un esquema liderado por la propia cooperativa.
“Empezamos a concebir la necesidad de tener una estructura que pudiera recibir a los animales que de no ser así se quedarían afuera de la producción. Dentro del planeamiento estratégico de Manfrey estaba el desarrollo de un mega tambo que tenga la capacidad de albergar a unos 1.500 animales, además de avanzar en el porcentaje de la materia prima producido genuinamente por la cooperativa, así el proyecto cerraba por todos lados”.
Hace ya algunos años la empresa había empezado a alquilar campos y animales de algunos productores con sistemas tradicionales, siendo en la actualidad cinco los ejemplos en marcha. Uno de esos era el de este campo ubicado en uno de los accesos a la localidad de Freyre, donde además de manejar el tambo, se compraron 30 hectáreas de tierra excelentemente ubicadas para desarrollar un proyecto que hoy ya es una realidad.
El proyecto total contempla cuatro módulos, para 300 vacas cada uno y desde el 13 de marzo se ordeña en el primer galpón que se erige en el lugar, junto al tambo tradicional que quedó en el predio. La continuidad del desarrollo se frena por el momento económico que le da contexto a la realidad nacional, pero se estima que desde el año próximo se podría retomar.
“Básicamente estamos dando respuesta a la necesidad de nuestros productores, los que salen de la producción, pero que de esta manera pueden seguir teniendo sus vacas porque los mecanismos para formar parte del proyecto son bastante flexibles”, explica quien además de dirigente lechero tiene su propio tambo.
Si bien actualmente “el costo de producción es mayor al precio que se percibe”, aunque el sistema aún no tiene un régimen completo, ya muestra una conversión de materia seca del 30% más, por las condiciones de bienestar animal, con lo cual la estimación de amortización de la inversión se lleva a plazos entre seis y siete años, sólo con la base de la diferencia de rendimiento de conversión.
“Eramos conscientes que no se podía fallar, que no podíamos correr riesgos”, sostiene Felippa en cuanto al largo debate que se tuvo a la hora de elegir el formato a instalar bajo el galpón. Después de ver muchos tambos en marcha, se definió el free stall con cama de goma, por su practicidad, higiene, durabilidad e incluso por el comportamiento de los animales.
El galpón tiene una pendiente superior al 1%, que permite a través de dos lavados diarios drenar las excretas a lo largo de sus 190 metros de largo que se destinan a piletas con un sistema de decantación que luego de pasar por la bomba de separación, permitiendo la resultante del agua hacia una fosa y el estiércol para fertilizar, incluso ahora se está evaluando como sustrato de las camas, por ser mejor que el del aserrín. De esta manera la reutilización se da de forma integral y se ajusta al objetivo de sustentabilidad que está alineado con el sistema productivo y los objetivos de la cooperativa.
La elección además contempló dejar de lado el ordeño con calesita, porque eso implicaba una capacidad total para unos 1.500 animales y no gradual como se pensó, con una mayor inversión inicial.
Hoy bajo el galpón que visitó Bichos de Campo, además del espacio para los animales, la comida, el agua y los cepillos muy usados que aportan bienestar, se ubicaron cuatro robots De Laval, con un centro de control de datos que permiten repartir el rodeo según sus necesidades.
Tres personas son las que trabajan durante cada jornada, con turnos repartidos entre las 6 y 23 horas, iniciando las tareas en diciembre cuando se terminaba la instalación de la estructura.
En una semana las vacas se amoldan a los sistemas de ordeño voluntario, de todas maneras se trabajó antes de empezar con el funcionamiento de los robots y se mantiene ahora una suerte de adaptación para que los animales aprendan a usar las camas, sepan dónde está la comida y cómo se entrega y también el agua. Ahora mientras se va completando el galpón, hay una mitad destinada a las que están en preparto, donde a las vaquillonas ya se las tiene en este ámbito para evitar un mayor estrés después de la parición.
Las primeras vacas que fueron pariendo muestran una producción muy buena de 42 a 43 litros, a los 70 u 80 días de paridas.
Con cien vacas hoy en el sistema la producción está en torno a 3.100 litros promedio diarios, restando aún 40 animales para completar la primera mitad del galpón.
“Creímos como cooperativa que tener un modelo de ordeño voluntario era interesante, es un cambio de paradigma y elimina uno de los principales problemas de la actividad que es la de contar con mejores condiciones para la mano de obra, normalizando los horarios de trabajo y evitando situaciones climáticas complejas. Es la vaca la que decide cuándo ordeñarse, esto da mayor bienestar, más productividad, más información y humaniza a la actividad”.
Esta inversión superó los 1,5 millones de dólares con financiamiento genuino, de banca pública y privada, que es una combinación que los productores hoy no tienen al alcance.
Además, Ercole Felippa analiza que “a veces los productores cometemos el error de hacer inversiones antes de resolver cuestiones más elementales. Esta actividad requiere un paso a paso de preñar las vacas, criar los terneros, dar mejor de comer a las vacas, tenemos que dar bienestar a los animales y antes de pensar en robots quizá deberíamos invertir en galpones, ir avanzando en tecnología que ayude a la tarea diaria”, que no necesariamente es la instalación directa de los robots, para lo que hay que tener otros niveles de productividad.
Ercole Felippa se enorgullece al decir que más allá del contexto macroeconómico, Manfrey “está en una situación muy sólida. Cerramos el ejercicio 2022 con resultados positivos y habiendo cumplido con los objetivos de inversiones que nos habíamos planteados”.
La apuesta para atravesar estos 80 años está en el crecimiento comercial, porque “para nosotros el caballo que debe tirar el carro es el mercado y nuestro principal objetivo es el desarrollo de productos que contribuyan con eso”. Mirar a mayores volúmenes de industrialización pueden generar conflictos en las cuentas de las cooperativas, por lo tanto “priorizamos el valor del mercado, con un gran desarrollo en la línea de frescos, con leche, yogures y postres, que nos permiten consolidarnos en las regiones donde ya estamos e ingresando en otras nuevas”.
“Aún en estas condiciones, Manfrey sigue siendo un claro ejemplo que la cooperativa sigue siendo una herramienta de gestión importante que puede generar resultados positivos, ponemos de manifiesto que como empresa somos capaces de generar buenos resultados, además de cumplir un rol social y económico que se ve en nuestra localidad de Freyre, con la generación de empleo directo e indirecto, e incluso en el consumo de la mitad de los servicios de energía en la localidad. Somos mucho más que una cooperativa que industrializa leche”, asegura.