Miles de personas rinden homenaje a su imagen, uno de los emblemas del catolicismos en el país; el origen de esta celebración
LA NACION
Cada 8 de mayo se conmemora el Día de la Virgen de Luján, también conocida como Nuestra Señora de Luján. La patrona de los argentinos es una de las advocaciones con la que se rinde tributo a la figura de la Virgen María. Su imagen se ha convertido en uno de los emblemas del catolicismo en el país, el cual cada año convoca a miles de fieles en distintas celebraciones.
La historia de Nuestra Señora de Luján
En 1628, Antonio Farías Sáa, un ciudadano portugués radicado en Santiago del Estero, decidió dedicar una de sus haciendas a la Virgen, por lo que solicitó a uno de sus amigos que residía en Brasil el envío de la imagen de la Inmaculada Concepción de María.
En mayo de 1630, dos figuras de la Virgen provenientes de San Pablo arribaron al puerto de Buenos Aires. Las imágenes fueron colocadas en cajones individuales y, luego, partieron en carretas hacia Sumampa, en la provincia santiagueña. Sin embargo, uno de los carros detuvo su marcha en Zelaya, partido del Pilar, y a pesar de los intentos por empujarla, no lograban que se pusieran en movimiento.
Entonces, decidieron extraer algunos de los compartimentos para alivianar el peso y llevarlos manualmente, pero la carreta seguía deteniéndose, por lo que uno de los vecinos de la zona sintió curiosidad por el contenido de la caja que cargaban. Al abrirla, descubrieron una de las dos figuras de la Virgen que trasportaban.
Llegaron a la conclusión de que la Virgen deseaba quedarse en ese lugar, que hoy se conoce como la orilla del río Luján y fue bautizada como el Pasaje de la Virgen. De esta manera, decidieron conducir la figura a la estancia más cercana donde, después, se construyó una capilla.
La imagen de la Virgen de Luján
La figura de la Virgen estaba compuesta por un material denominado terracota, que consistía en tierra trabajada y cocida a una alta temperatura, la cual había sido fabricada en el Valle de Paraiba, en San Pablo, región conocida por estas manufacturas.
Tenía una altura de 38 centímetros, diversas figuras alrededor de su cuerpo y estaba ubicada sobre un pie de nubes, entre las cuales se podía observar las cabezas de cuatro ángeles. Detrás de esta base, se encontraban las puntas de la luna en cuarto creciente.
Las manos de la Virgen se posaban juntas sobre su pecho y sostenían un manto azul cubierto de estrellas. Vestía una túnica rosada por debajo, su pelo era castaño largo y su rostro reflejaba una expresión pacífica.
Con los años, esta imagen fue cobrando diferentes alteraciones, hasta llegar a lo que hoy se considera como uno de los símbolos del catolicismo en la Argentina.
La Virgen de Luján permaneció durante algunos años en la estancia ubicada en Pilar, donde recibía ofrendas y fue bautizada como “La Virgen Gaucha”, por su cercanía con el pueblo rural. Su primer santuario fue inaugurado el 8 de diciembre de 1763 y, a lo largo de los años, fue homenajeada por figuras como Manuel Belgrano, José de San Martín, Cornelio Saavedra, Domingo French, Juan Martín de Pueyrredón y Manuel Dorrego.
Tiempo más tarde, una mujer ofreció ceder sus tierras para mantener el culto, por lo que la Virgen fue trasladada hasta un nuevo sitio, sobre el río Luján. Allí se construyó la actual Basílica Nacional de Nuestra Señora de Luján, un proyecto que comenzó en 1890.
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