PROYECTO: Calle “Profesor Luis José Valletto”
Proyecto impulsado por el “Centro de Estudios Históricos Parada Km 81”
que propone reemplazar el nombre de la calle aledaña al Establecimiento
Educativo “Gustavo Martínez Zuviría”, que hasta el presente se denomina Carlos Pellegrini por el de: Profesor Luis José Valletto, proyecto al que adhiere este Establecimiento.

Fundamentación:
Este propósito se fundamenta en la historia que dicho docente,
mayúsculamente identificado con el Instituto GUSTAVO MARTÍNEZ ZUVIRÍA y
como persona eminentemente pública, acumulada en esta ciudad y hasta más
allá de misma. Sucintamente enunciamos a lo más relevante, sin detenernos, sin
embargo, en los cotidianos que serían los que más retratan la fisonomía de una
conducta, siempre fiel a los grandes ideales pero que también alcanza a los
pequeños: esto, para no distraer en demasía su muy ocupada atención.
Sintiendo vocación por el sacerdocio, cursó el Bachillerato Humanístico
en el Seminario Menor de Jesús María. Es allí donde consolidó una cosmovisión
profundamente cristiana que tradujo en praxis en sus acciones que tuvieron
siempre el compromiso del servicio solidario. Abandonado el Seminario, se
recibió en el Instituto B. Rivadavia de Villa María, de Profesor de Matemática,
Física y Cosmografía.
Fue durante casi treinta años director (en los primeros años Rector) del
G.M.Z., al que se consagró con alma vida: su entrega fue total. Lo que primero
se impuso fue compenetrarse del pasado y del presente del aquel entonces
pueblo de Las Varillas para, adaptándose, identificarse con su perfil.
Al tomar la conducción del Instituto la primera acción fue la de reinventar
junto con el Padre Lorenzo Mensa el Turno Noche, que había sido cancelado
tiempo antes por la SNEP (Superintendencia Nacional de la Enseñanza Privada).
Inmediatamente después trajo especialistas que dictaron cursos sobre la
programación por unidades de las distintas disciplinas, lo que significó una
verdadera revolución pedagógica de renovación que alcanzó otros
establecimientos educacionales de la ciudad.
Junto con aquel venerable sacerdote tuvieron que luchar en contra la
precariedad de recursos materiales, particularmente las edilicios. Hubo que
construir aulas, sanitarios, salas para administración, restaurar viejas
instalaciones en las cuales ofició hasta de ayudante de albañil, recomponiendo
además durante las vacaciones el deterioro de los bancos y materiales
didácticos.
Sin asumir una secuencia que sea conforme con el calendario, podemos
hacer referencia a las siguientes realizaciones de las que fue su creador y
fundador y también en las que participó, siempre con un perfil de notoria
austeridad y la enorme alegría que produce el brindarse en servicio para cumplir
con la máxima de San Pablo que nos dijo: Hay mayor felicidad en dar que en
recibir, Hch. 20, 35.

La Biblioteca Escolar “José Manuel Estrada”, cuando asumió la Dirección,
era una sala, casi vacía, solo justificada por la presencia de una enciclopedia;
cuando se retiró sumaba más de once mil volúmenes. Cofundador de la Estación
Meteorológica G.M.Z.: se realizaban tres lecturas diarias brindando los datos a
La Voz del Interior, El Heraldo, Canal Rural y a quienes por distintas urgencias
los solicitaran, todo siempre sin retribución pecuniaria; estos datos se
procesaban estadísticamente con participación de docentes y alumnos para
definir el perfil climático de nuestra zona.
Artesanalmente con tesón fabricó un telescopio haciéndolo con fines
didácticos desde la asignatura Física; tal fue su calidad que generó la creación
del Observatorio Astronómico, que además del servicio que presta a la ciencia y
de satisfacer la curiosidad de contemplar la esfera celeste, constituye un
emblema en la fisonomía edilicia de nuestra ciudad.
La creación de carreras de nivel terciario con los Profesorados primero de
Matemática, Física y Cosmografía y Castellano, Literatura e Historia y después
de Ciencias Jurídicas y Contables, significó un importante hito en la historia de
la educación formal local. Gracias a su empeño, venciendo no pocas dificultades
constituyeron una realidad tan relevante que fue imitada por otras escuelas que
se abrieron con otras ofertas. Tanto que después se crearon, con estas puertas
abiertas, las Universidades Siglo 21 y Blas Pascal. Por eso Las Varillas es hoy
un polo cultural de mucho predicamento.
Al asumir, por requerimiento del Dr. Alberto Maiztegui, la incorporación a
las actividades escolares de las Ferias de Ciencias y Tecnología, que se fueron
desarrollando en sus instancias de Escolar, Local, Regional y Nacional, acareó
ponderación en la metodología de la investigación científica, tanto en lo teórico
como en la praxis. Los proyectos realizados tuvieron resonancia nacional,
llegando incluso hasta Brasil. La investigación que Luis Valletto asesoró, La Luna
–entre otras-, obtuvo el Primer Premio en la instancia mayor. Tal fue el
entusiasmo que desplegó, que en razón de ello y su compromiso se lo nombró
Coordinador Provincial Adjunto.
Como medio para la formación humana integral, desarrolló un programa
de montañismo, con excursiones a los diversos sectores montañosos de nuestra
provincia, destacándose con las más de sesenta a nuestro cerro mayor el
Champaquí: incluía temas como la solidaridad, la tolerancia, la reverencia, el
respeto y cuidado de la propia persona y la ajena. Fortalecer la voluntad y lo
saludable del esfuerzo físico. Así también con la naturaleza en todas formas,
apropiándosela como precioso don de Dios y escenario a propósito para el
desarrollo y promoción de los seres humanos. Fomentó la especial amistad con
el árbol, no sólo con la prédica sino sobre todo con la pala en la mano plantándolo
por centenares.
Siguiendo en esa dirección fomentó el campamentismo. Fue
construyendo, poniéndole los hombros y sus propias manos, con mucha
paciencia y fecundo empeño, el complejo El Hornero en Potrero de Garay, con
diseños propios y sobre todo con originales arquitecturas y que se constituyó
como Escuela de Vida con y en la Naturaleza. Funcionó como una extensión
áulica del G.M.Z. Mas cuando se retiró, dado el prestigio logrado, se abrió al
requerimiento de todos los establecimientos educacionales de la región y aún de tras provincias. Así mismo a las agrupaciones de más diversas modalidades y edades, a todas las creencias, incluidas las agnósticas y ateas, tanto que si
hubiera sido jactancioso podría haber hecho gala de su franco ecumenismo.
Que, sin pretenderlo, le fue compensado con millares de amistades, que todavía hoy recuperan los recuerdos de aquellas experiencias. Todo sin haber
establecido aranceles, sino solo libres contribuciones voluntarias para
“sostenimiento de la obra”, como el mismo argumentaba: las hubo generosas,
mezquinas, y no pocas veces nulas. Pero siempre se quedaba con la satisfacción por el bien realizado. Allí incorporó el oficio de eximio cocinero, destreza que regaló con las distintas maneras del amplio arte culinario.
Por explícita solicitud de un grupo de profesoras, creó el Taller de
Cerámica llamado “Pacha Huasi”. Los alumnos del colegio más personas que
querían cultivarse en el arte de la cerámica concurrieron allí. Se adquirieron dos hornos y hubo que adjuntar una sala más para satisfacer este propósito: Luis, con balde, cuchara, plomada y nivel y algunos ayudantes, la construyeron prontamente.
Programó y siendo acompañado con un equipo bajo su conducción, tres
grandes postas: la primera con alumnos del Instituto G.M.Z., desde la Ciudad de Córdoba hasta Las Varillas; la segunda, también desde aquella capital,
compartiendo su organización y participación con el Colegio San Francisco de
Asís.
Y la tercera, internacional, la más resonante, y se podría decir hoy casi
irrepetible, desde la ciudad de Salto –Uruguay-, hasta la nuestra. Hubo otras
menores desde los pueblos vecinos que obviamos aquí.
Acompañó con todo cuerpo, alma y ciencia, a la agrupación estudiantil
que ensayó en cohetería con aproximadamente cuarenta lanzamientos; algunos
tripulados en sus ojivas con ratones albinos, que fueron recuperados vivos
mediante pequeños paracaídas. Alcanzaron las alturas de los dos mil metros.
Cofundador del Museo Regional, propuesta que fue modelo, que significó el
nacimiento de otros en esta región, siendo visitado constantemente por
delegaciones escolares y público en general. Cuando se construyó el edificio “ad hoc”, hubo que llenar columnas, vigas y losas: arremangado, estuvo en ello como un albañil más.
Aunque no aceptaba ser nominado así, fue también escritor. Comenzó
ensayando el periodismo en el semanario parroquial El Heraldo, a tal punto que durante un período le encomendaron la redacción de las editoriales. Fue
cofundador de la Ediciones G.M.Z., nacida en 1973: se editaron docenas de
producciones de autoría compartida en las que hay páginas que le pertenecen,
siendo la más resonante “Todo en el Champaquí”, de la que agotaron
prontamente sus dos ediciones. De su propia autoría los siguientes títulos: “Si no son noventa ¡Que importa!”, “Suyay mapu-che” y “Amazua, Amallulla,
Amaquella”. No mencionamos aquí los fascículos y fascículos sobre distintos
temas que hacen a la ecología y a la vida ciudadana.
Nos dejó varias esculturas que montó artesanalmente en hierro: algunas
de ellas se pueden apreciar en Potrero de Garay con dos Cristos comechingón:
uno en un cerro y el otro en la plaza principal de esa comuna. En esa misma
población el Monumento al Indio Comechingón y a la divinidad de la mitología
quichua el Huayramuyo. En nuestra ciudad, como homenaje a la Madre Tierra,
el conjunto de la Pachamama.

Un gran suceso fue la exposición en el Obispo Mercadillo de Córdoba, la
primera que se montó desde esta zona, y que se llamó “Las Varillas en Córdoba”.
Con un programa que incluía muestras museológicas, de artesanías, de
industrias locales, conferencias, artes y presentación de libros fue todo un
suceso.
Incursionó también en la política a requerimiento de distintas expresiones:
por el Justicialismo fue edil, en el Radicalismo secretario de Ambiente y Ecología y candidato a Intendente por la Democracia Cristiana.
Junto con otros vecinos de esta ciudad fue cofundador de la “Asociación
Vida”, siendo miembro de la misma como su Coordinador. Se desplegaron
numerosas acciones, muchas de carácter formativo y recreativas con orientación a la Ecología. Siempre dirigidas a la comunidad y para las personas de todas las edades, condición cultural y social, las que serían muy largo enumerar aquí. Una realización histórica que significó un suceso nacional, fue el emplazamiento del Cristo de los 500 Años, en la cima de El Champaquí, que se recuerda como una
verdadera odisea por los avatares que debieron afrontar los más de doscientos excursionistas que coronaron con el éxito esta noble esforzada empresa.
Su indisimulable fortaleza se debió por haber asumido con plenitud su
condición de cristiano católico y que constituyó su impronta. Lo hizo con la
palabra, la pluma y la acción que regaló a la comunidad con su testimonio de
vida. Ello sin demagógica ostentación ni vanidades ni privilegios por esa
condición que hizo suya, que estuvo cimentada en la fe y auxiliada con la Gracia que le fue otorgada por la frecuentación de los sacramentos. Más de cuarenta años atrás, en Potrero de Garay, entronizó una réplica de Nuestra Señora de Las Varillas en una pequeña ermita que él mismo construyó y que sigue siendo hoy objeto de devoto culto por partes de los lugareños. Su última obra, que habla de su capacidad constructiva -casi en soledad-, y de su piedad, fue el bello y agreste Oratorio, también en aquella comuna, que lo puso bajo el patronazgo del Cura Brochero.
Con esta selección de hitos de su vida, se advierte a las claras su
condición de creador, tanto que hay quienes alguna vez le otorgaron el epíteto
de “Demiurgo”. Pero lo que dio relieve en este su liderazgo, muy “sui generis”,
es que no lo ejerció desde un escritorio o un despacho, sino que fue sustentando sus proyectos hasta en la calle y con “manos a la obra”. No le fueron ajenos instrumentos, utensilios y herramientas, avíos, pertrechos, arneses, medios mecánicos… Por eso fue acompañado en todos sus logros por personas que participaron con gozoso esfuerzo y sintiéndose parte de esas concreciones. Más que con arengas porque, –los ejemplos arrastran-, se multiplicaba gracias a los efectos de sus accionar.
Por fin, para cerrar con esta carta, queremos decir que nuestra propuesta
de que una calle adyacente al G.M.Z. lleve su nombre, no es ni antojadiza ni
caprichosa ni fuera de lugar. Existen antecedentes: la Calle Bombero Cuggino
se cambió por la del Orador de la Constitución Fray Mamerto Esquiú; la Ramón J. Cárcano se transformó por la del Escribano Luis Morelli, cofundador y también director de la Escuela Dalmacio Vélez Sarsfield que, por otra parte, con Luis Valletto se brindaron recíproco respeto y hasta mutua estima.

Centro de Estudios Históricos Parada Km 81

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