Estoy muy contenta de estar aquí. Y además, porque si bien he sido dos veces Presidenta y una Vice presidenta, he sido durante 20 años legisladora y por lo tanto me siento muy identificada con los debates y con el trabajo parlamentario. Y la verdad que el lema por el cual están hoy sesionando en esta décimocuarta sesión plenaria, “Una recuperación económica con justicia, inclusiva y en paz”, es un excelente lema, y obviamente significa una recuperación económica después de la tragedia que acaban de mencionar acá ambos copresidentes en sus intervenciones y que ha sido “la pandemia”. La pandemia que ha trastocado vidas, gobiernos y el planeta entero. Pero que, creo que aporta un debate que yo también comencé en el parlamento europeo, con una invitación de unos legisladores en el año 2007 en Bruselas, donde planteé la desigualdad. Todavía no había venido la pandemia y está muy claro que vivimos en un mundo cada vez más desigual. La pandemia no ha hecho más que acentuar, trágicamente, esa desigualdad.
Estado de Bienestar
Pero siempre creo, soy muy creyente, siempre creo que aún en las grandes tragedias podemos extraer cosas que nos sirven. Y en aquella oportunidad en el parlamento europeo planteé lo que había sido el trayecto histórico, la evolución del estado de bienestar, que había tenido precisamente en Europa a un gran protagonista, con la irrupción del neoliberalismo, allá por la caída del muro de Berlín. Y sostuve y sigo sosteniendo que ambas construcciones, el estado de Bienestar y el neoliberalismo son construcciones políticas, no son proyectos ni modelos económicos. El modelo económico creo que está muy claro (más allá que hay algún eurodiputado que pertenezca al partido comunista, que sé que hay presentes). Creo que sinceramente el capitalismo se ha demostrado como el sistema más eficiente y eficaz para la producción de bienes y servicios. Está claro que la producción de bienes y servicios, que necesita la humanidad, de las proteínas hasta la tecnología más sofisticada de un celular o de cualquier otro se desarrolla más eficientemente con mayor escala en este sistema.
Pero, entonces, ¿cuál es la discusión? La pandemia ha venido, a mi criterio, a saldar la discusión que el neoliberalismo hizo campear durante muchos años en todas las latitudes. Cuando finaliza la guerra en la Europa de la posguerra, surge claramente el estado de bienestar. El mundo bipolar que tú no quieres estaba con mucha fuerza, de un lado la Unión Soviética y del otro lado el mundo «occidental, libre y cristiano» como se lo conocía allá por nuestra juventud. Y el Estado de Bienestar se crea fundamentalmente como un instrumento, como un sistema donde el Estado tenía una gran responsabilidad sobre la vida de las personas. Sobre la educación, sobre la salud, sobre el acceso al trabajo digno, sobre el acceso a una vivienda. El Estado era el responsable más allá de, obviamente, el trabajo y los méritos que cada persona y cada individuo tenía que llevar adelante.
El neoliberalismo
Cuando caía el Muro de Berlín, claramente surge la doctrina neoliberal. Ya no era necesario defenderse del peligro del oso comunista. Había caído el muro de Berlín. Había que crear otro sentido común a la sociedad, y el sentido común era que el Estado ya no era responsable de tu vida porque vos sos libre, sos absolutamente libre. Y, por lo tanto, vos decidís si tenés trabajo y si tenés trabajo es porque sos libre y tenés mérito y si no tenés trabajo es porque no te lo merecés y porque no te esmerás lo suficiente. Y si no podés acceder a una vivienda es porque no habrás hecho lo suficiente, y si tus hijos no pueden estudiar también es porque no habrás hecho lo suficiente. Esto fue el sentido común que creó el neoliberalismo y que aún campea en muchas sociedades.
«Que alguien siga afirmando que el Estado no es importante en la vida de las personas, yo diría definitorio, o es un necio o es un cínico.»
Y precisamente fue la pandemia la que vino a reinstalar la idea del Estado, porque ¿Alguien se ha preguntado lo que hubiera sido de la vida de todos nosotros, de todas nosotras si los Estados no hubieran intervenido construyendo hospitales, atendiendo a los enfermos, negociando con el mercado, o sea, los laboratorios, las vacunas para que pudiéramos salvarnos y no morirnos nosotros y nuestros seres queridos? Creo que… que alguien siga afirmando que el Estado no es importante en la vida de las personas, yo diría definitorio, o es un necio o es un cínico. Que los hay de los dos. Creo que la gran discusión va a ser ésta, porque las desigualdades no nacen por un orden natural e ineluctable. Las desigualdades no son un producto de la naturaleza, son un producto de decisiones políticas o de falta de decisiones políticas. Ojo que no tomar decisiones políticas también lo es.
La ley del mercado o la ley del Estado
Creo entonces que la gran discusión que se va a dar es si este proceso, proceso capitalista que se da en todo el mundo, desde China a EEUU, lo conducen las leyes del mercado o las leyes de los Estados. Esto es la clave, esto es la clave para abordar seriamente el programa y el problema de la desigualdad. Salvo que sea solamente un ejercicio dialéctico y discursivo de encuentros esporádicos y vemos que cada vez la situación se agrava más y se profundiza más.
Y esto también nos plantea algo: ¿qué tipo de Estado necesitamos? ¿qué tipo de ingeniería, arquitectura institucional necesitamos como Estado para hacer frente a un mundo que no tiene absolutamente nada que ver con aquel en donde se construyeron los Estados que hoy gobiernan el mundo? Lo decíamos en aquella oportunidad, en 2017 en el Parlamente Europeo, todos nuestros estados están construidos sobre la famosa división tripartita ¿no? de Poder Ejecutivo, Poder Legislativo y Poder Judicial que viene de la Revolución francesa de 1789. Y de ahí data la organización institucional que tenemos.
«Que te pongan una banda y te den el bastón un poquito es pero no todo el poder, créanme, créanme, créanme, lo digo por experiencia… Ni te cuento si además no se hacen las cosas que hay que hacer…»
En aquel momento el Estado representado por los tres poderes era el poder, no nos olvidemos que el Ancien Regime, que caía con la revolución francesa, se organizaba en torno a la monarquía, la nobleza, el clero y el ejército. Cuando cae, cuando el pueblo, cuando la burguesía naciente llega a la Asamblea popular, era la totalidad del poder en ese momento. Hoy nuestros Parlamentos, nuestros ejecutivos, nuestro poder judicial, tantas veces cooptado por el mercado y los factores económicos, además ¿no? ¿Cuánto, cuánto representa del poder, tomado en un 100%? Hablamos de poder cuando alguien toma, adopta una decisión y esa decisión se puede aplicar y es respetada por el conjunto de la sociedad, eso es el poder. Que te pongan una banda y te den el bastón un poquito es pero no todo el poder, créanme, créanme, créanme, lo digo por experiencia… Ni te cuento si además no se hacen las cosas que hay que hacer… pero bueno, dejémoslo ahí.
Esto no es caprichoso. Tengamos en cuenta que cuando se adoptó esta forma institucional de gobernar no existía la luz eléctrica. No existía el auto ni los celulares ni nada de eso. Miren como avanzó el mundo, la tecnología, cómo se fue creando y generando poder por afuera de las instituciones. Hoy nuestras Constituciones son un reglamento de cómo tiene que funcionar el Ejecutivo, cómo tiene que funcionar el Legislativo y eventualmente el Judicial. Sobre todo el otro poder que está afuera: mercados, monopolios, oligopolios, poder financiero internacional, nada de eso figura en nuestras Constituciones. Y lo peor de todo es que cuando las sociedades cada cuatro años o cada dos años eligen a sus representantes, no juzgan a ninguno de esos poderes, los juzgan a ustedes, a los que están sentados en las bancas, que mucho, mucho, mucho tampoco pueden hacer.
La insatisfacción de la democracia
Entonces, creo que esto es algo que se está trasluciendo en muchas elecciones, en todos lados, que es la insatisfacción de la democracia. Vos hablabas recién de los totalitarismos, usted hablaba recién de los totalitarismos con presidente también… Pero la insatisfacción de las democracias, donde la gente se termina enojando con la política, debería obligarnos a replantear a todos la necesidad de repensar nuestra ingeniería institucional donde se invista de poder a las instituciones, estas o las que haya que crear. Estamos a tiempo todavía antes que sea demasiado tarde. Por eso creo que la pandemia ha venido a saldar aquella discusión porque no es posible que en una tragedia de la magnitud de la que vivió la humanidad el Estado sirva solamente para eso y cuando tiene que tomar decisiones o adoptar decisiones o en materia económica, de controles, de regulaciones, sea un «estorbo» y no se le permita la actividad económica.
Fíjese usted, en el mundo y en nuestro país, durante la pandemia el sector privado recibió todo tipo de ayuda, de carácter financiero, fiscal, crediticio, etcétera. Sin embargo, ante esta otra tragedia que estamos viviendo hoy, de una guerra de la cual voy a hablar ahora.. tenemos que, el mercado nos contesta con que “ah, no, no importa, son mis ganancias, es mi rentabilidad, y los demás que revienten”. Bueno, miren, no vale así, como dicen los chicos “así no juego más, así no juego más”. Si cuando vos nos necesitaste, te pagamos salarios, te perdonamos créditos, no pagaste impuestos, ahora que te necesitamos a vos, no para nosotros sino para el pueblo, para la sociedad, me parece, me parece… Creo que estas cosas son las que debieran discutirse acá y en todas partes, en todo el mundo.
El doble standard en el derecho internacional
Con respecto al derecho internacional, hace poquito, el 2 de abril para ser más exactos, se cumplieron 40 años en los que recordamos a nuestros veteranos y combatientes de Malvinas. Y vos decías que el mundo requiere que todos nos atengamos al Derecho Internacional y a las resoluciones de Naciones Unidas. ¡Gran idea! ¡Gran idea! Gran idea que no se aplica. Porque de los 5 países que conforman el Consejo de Seguridad, me refiero a los 5 países con silla permanente y derecho a veto, todos salvo China, todos, hablo de EE.UU, hablo del Reino Unido, hablo de Francia, hablo de Rusia, todos, en algún momento no han respetado las normas del Derecho Internacional, todos, todos, todos. Es más, hemos denunciado el doble standard en materia de derecho internacional de las potencias que se creen por encima del resto de los países, y no respetan el derecho internacional. De hecho, la ocupación por la fuerza de nuestras Islas Malvinas, encuentra al Reino Unido apoyado también por otras potencias, que cuando no les conviene apoyar una invasión, la rechazan, y cuando les conviene porque son sus aliados, está todo bien.
Entonces, dramáticamente los argentinos y las argentinas, vemos ese doble standard en nuestra propia tierra, en nuestro propio suelo. Cuando el otro día, abrazaba a cada uno de esos veteranos, combatientes, que trabajan en el Senado, y a los cuales les dimos un diploma, los abrazaba, qué les puedo hablar a ellos de la OTAN, si la OTAN nos puso una base en Malvinas, a 14.000 kilómetros, copresidentes, tenemos una base de la OTAN a 14.000 kilómetros del Reino Unido, diciendo que esto no es territorio argentino. Y en esto también quiero rescatar el valor de la coherencia, porque cuando en 2014 Argentina formaba parte del Consejo de Seguridad, en forma temporal, como el resto de los países, se produjo la anexión de Crimea. Mejor dicho, en ese momento era la consulta popular que se iba a hacer en Crimea para ver si quería pertenecer a Rusia o a Ucrania. Y mi país, yo era su mandataria, votó una resolución de Estados Unidos condenando lo de Crimea porque, como somos coherentes, respetamos el principio de integridad territorial a lo largo y a lo ancho de todo el planeta.
Entonces, y para no extenderme demasiado, y que puedan sesionar, claro que si Jordi. Javi, ¿por qué te dije Jordi? Esto me viene de ver series, yo sé de qué me viene Jordi. Me viene de ver series españolas en Netflix. De ahí me viene, y dale con Jordi. Tres veces me dijiste. Acá la tengo a la secretaria Administrativa del Senado a la que yo le preguntaba por que me hacía señas. Javi, Javi, perdón, te he rebautizado.
Quiero con esto decirles que es necesario que nos replanteemos, seriamente, el mundo en el que queremos vivir. En cuanto a la desigualdad, fijate vos, fíjense todos que el periodo en donde menos desigualdad hubo fue el periodo entre el ‘45, o sea en la posguerra, hasta la caída del muro de Berlín. Ese fue el periodo de menor desigualdad. Donde estaba el estado de bienestar.
Acá también. La organización que creo que es en la que trabaja Thomas Piketty acaba de decir también que fue la primera década en la que la región latinoamericana más trabajó y disminuyó la desigualdad. Y la verdad que me siento muy honrada porque en el año 2012 un informe del Banco Mundial dijo que la Argentina en la última década, estamos hablando del año 2012, para atrás, la última década, la Argentina había duplicado la clase media. Mayor símbolo de movilidad social. Y creo sinceramente que debemos abocarnos a eso. A lograr una ingeniería nueva que permita abordar con mayor eficiencia, con mayor justicia, con mayor equidad, el problema de la desigualdad.
También necesitamos normas de derecho internacional que sean respetadas por todos los países. Absolutamente por todos los países. Sin ningún tipo de distinción. En este sentido también quiero rescatar el apoyo por nuestra lucha con los Fondos Buitres, que nos distinguió para hacer una resolución que permite ahora que los estados no puedan ser extorsionados como lo fue Argentina en aquel momento por los fondos buitres. Fue una resolución muy importante de la ONU.
El partido judicial
Hoy es un día muy especial también, 13 de abril, porque hace 6 años, 4 meses después de haber finalizado mi segundo mandato, 13 de abril del 2016, fuimos citados el actual gobernador de la provincia de Buenos Aires que había sido mi ministro de economía, otro funcionario del Banco Central y quien les habla, por un juez que decía que habíamos… y había sido por operaciones muy corrientes de todos los bancos centrales, de las operaciones de dólar futuro. Una medida de carácter político, una decisión de carácter político, que jamás podía haber sido judicializada. Pero que además de haber sido judicializada, se comprobó que no había causado ningún perjuicio, por el contrario. Y llama la atención que por una decisión política absolutamente reglada, reglamentada, transparente y legal, se haya procesado, estuve procesada por esa causa durante 5 o 6 años, ¿no? Si, 6 años. Y que después de que nuestro país fue endeudado por el préstamo más grande del que se tenga memoria, ilegal también la forma de otorgarlo por parte del FMI, ningún juez haya advertido alguna irregularidad, o alguna ilegalidad. Raro. Porque debemos también abordar un tema, tal vez más latinoamericano, que es el partido judicial como el instrumento contra los gobiernos nacionales y populares. Afortunadamente, ustedes tienen suerte, estas cosas o por lo menos si se producen nadie se entera, pero no sé si será el sistema parlamentarista, o qué, pero hay déficits muy grandes en nuestra región en este sentido. Y no me parece desacertado que pueda compartirlo con mis compatriotas latinoamericanos que saben de qué estoy hablando y también con mis compatriotas europeos. Todos tenemos algo de Europa, soy Fernández, así que…
Bien, decirles a todos y a todas que muchas gracias y que sigamos debatiendo estas cuestiones pero, además del debate, podamos pasar como decía un líder que no era de mi partido, a efectividades conducentes. Muchísimas gracias a todos y a todas. Lo que tenía que decir al final. No lo dije todavía. Ahora lo voy a decir. Declaro formalmente inaugurada la decimocuarta sesión plenaria de la Eurolat.
Gracias a todos y a todas.