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La Escuela de Lechería de Villa María inauguró su tambo robotizado, con el orgullo de ser la primera en contar con esa tecnología en toda Sudamérica

Fuente: Bichos de campo

 

Terminado el festejo, sentado frente a las instalaciones que este miércoles se inauguraron, con el regocijo del objetivo cumplido, Fabián Habegger le regaló unos minutos a Bichos de Campo para mostrar un logro que es único en Sudamérica.

Fabián es director del Nivel Superior de la Escuela Superior Integral de Lechería de la ciudad de Villa María, donde hace unos tres años se planificaba lo que hoy es una realidad. Aunque demandó más tiempo del esperado, la institución a la que representa es en definitiva la primera en contar con un tambo robótico para la obtención de materia prima, para la educación y capacitación de jóvenes e integrantes de la cadena láctea.

A 20 kilómetros al sudeste de las instalaciones de la escuela, que cuenta con una planta industrial de pequeña escala, un laboratorio de control de calidad, e incluso un punto de venta de los diversos productos que elaboran, se encuentra un campo que es propiedad del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) en el que se hizo esta instalación.

Se decidió reavivar un convenio que databa de los años 80 y allí en la localidad de Ramón J. Cárcano, del departamento cordobes Unión, se comenzó a trabajar en lo que hoy es una realidad motivadora y que se presentara en noviembre de 2021, cuando se estimaba la inversión en torno a los 650 mil dólares, para seguir creciendo con el foco en la educación y formación.

Ciertamente fue en febrero de 2022 que comenzaron los movimientos de suelo, el alteo del terreno donde se iba a ubicar el galpón para darle confort a los animales, en cama de compost y con el VMS de De Laval a disposición para que con el ordeño voluntario logren satisfacer su capacidad de producción, con mejores parámetros de salud y en el momento que las propias vacas lo consideren.

Se fueron cumpliendo las diferentes etapas del proyecto que se desarrolló en el predio de 20 hectáreas, donde hoy hay 17 de ellas destinadas a pastura de alfalfa.

La tarea fue progresiva y sólo se pidió un crédito al Banco de Córdoba para poder levantar la estructura del galpón. Todo el resto se hizo con el propio esfuerzo de la administración de la institución pública de gestión privada, que está a cargo de la Fundación de Profesores y Amigos de la Escuela Superior Integral de Lechería (Funesil), contando también con aportes de familias de alumnos del nivel inicial, primario, secundario y terciario, que se dio a través de proveedores privados, donde suman los fondos que se consiguen por la venta de servicios a terceros, que oscilan entre capacitaciones, análisis para la industria láctea, e incluso la venta de productos.

Se hicieron todas las instalaciones, las capacitaciones del personal, se desarrolló el rodeo, se recibieron incluso donaciones de vacas por parte de productores, se hizo toda la gestión de los efluentes y fue el 5 de febrero que se puso en marcha el robot y hoy con 30 vacas en el sistema, 10 vacas secas, la recría y los terneros producen para la planta propia.

“Instalamos un robot, como estaba contemplado en el proyecto, lentamente vamos a llegar a tener 60 a 65 vacas en producción, pero no tenemos expectativas de crecer más, porque con la leche que producimos es suficiente para proveer a nuestra planta, pero también para poder enseñar y capacitar a nuestros alumnos, pero también a gente del sector”, detalló Habegger, queriendo llegar a un promedio diario que ronde los 1.800 a 2.000 litros.

Por supuesto que esta es una gran noticia, en la que la Escuela se reconoce “conciente y ambiciosa” en poder seguir difundiendo la importancia de la automatización, de la incorporación de tecnología y el manejo de datos para mejorar la cotidianeidad del tambo.

“Este sistema de ordeño voluntario impacta de manera diferente por cuestiones generacionales. Para los más grandes nos resulta más llamativo, pero para los chicos es una situación ideal, porque ven integradas las ciencias de la comunicación y la información, es lo que hace atractiva a la actividad”.

Saben desde la ESIL que “no somos innovadores por tener un robot, por más que seamos la primera escuela en contar con esto, pero aspiramos a ser un disparador para instalar en más tambos este nuevo paradigma, que se complementa con los otros sistemas productivos, así podemos aportar otras posibilidades de gestión, porque el robot hace que la gente salga de la fosa para empezar a manejar más datos, para tener una producción más eficiente”.

La lechería tiene que hacer ese camino no sólo por la eficiencia en la producción individual, en la salud de cada ejemplar, sino por lo que bien entiende el Director de la ESIL, “si la actividad no evoluciona de esta manera, va a ir quedando poca gente para trabajar en lo que conocemos como la lechería tradicional. Además, a medida que pasa el tiempo la incorporación de todo tipo de tecnología para producir se va transformando en una necesidad”.

El evento fue un punto de encuentro no sólo para directivos, alumnos de todos los niveles, escuelas de la localidad de Cárcano que fueron de visita, familias de los estudiantes, industriales y productores de la región, amigos de la institución, pero también intendentes de la zona y autoridades políticas como el propio presidente del INTA, Juan Cruz Molina Hafford; el director Nacional de Lechería, Sebastián Alconada; e incluso el gobernador de Córdoba, Martín Llaryora, junto a sus ministros de Bioagroindustria, de Educación y el Secretario de Ciencia y Técnica.

“Desde nuestro lugar nos sentimos como una parte activa de la cadena lechera, motivando, capacitando, porque sabemos que la educación para el futuro del sector necesita de esto”, afirmó orgulloso Fabián Habegger, mientras las vacas volvían a hacer fila frente al robot cuando el alboroto de las visitas ya se había terminado.