Fuente: La Nación Campo
Productores y asesores del departamento cordobés de Río Cuarto expresan su creciente preocupación ante la detección de síntomas de la plaga que amenaza una región fundamental para la producción del cereal en la Argentina
“Llega lo que no creíamos que sucedería al departamento más importante de Argentina en superficie de maíz”. Así lo expresó Silvio Acquarone en sus redes sociales al manifestar su frustración al descubrir la presencia de la chicharrita en la región de Río Cuarto, en la provincia de Córdoba. Habitualmente encontrado en el NOA y en el NEA, este insecto, transmisor de una bacteria que daña los cultivos y reduce su rendimiento, se está propagando en las zonas agrícolas del centro del país. En Río Cuarto, los productores y asesores ya están alertando sobre el agravamiento de los síntomas, estimando una caída en la producción y observando un cambio drástico en las últimas semanas.
“Hace apenas 20 días pensábamos que nuestras preocupaciones serían para el próximo año, pero ahora nos enfrentamos no solo a la inquietud por la próxima campaña, sino también a la incertidumbre sobre cómo afectará el rendimiento este año”, dijo Acquarone. El insecto, conocido como Dalbulus maidis, actúa como vector de tres enfermedades: fitoplasma, spiroplasma y el virus de rayado fino, los cuales pueden causar síntomas graves como entrenudos acortados, proliferación de espigas infértiles, acortamiento del período de llenado de granos y muerte prematura de las plantas.
En Córdoba, donde se sembraron 3.196.000 hectáreas con el cereal en esta campaña y se espera una producción de 23.192.000 toneladas, la semana pasada la Bolsa de Cereales de la provincia alertó que el maíz tardío (84 %) se encuentra en jaque debido al impacto de esta plaga.
Acquarone, ingeniero agrónomo que vende fitosanitarios y semillas desde hace 25 años y además se asocia con otros productores para sembrar, relata que hace 20 días detectó la primera Dalbulus maidis. “Como los maíces estaban en la etapa R2, es decir, como choclo para comer, creíamos que no nos iban a afectar, porque decían que la mayor afectación se da cuando estos insectos inyectan el virus hasta B8-B9, es decir, en el estadio vegetativo ocho o nueve, sin flor. Entonces, no hubo tanta preocupación, pero empezamos a ver que la plaga crecía y cada vez se veían más chicharritas”, cuenta a LA NACION.
Sin embargo, no fue hasta hace unos 12 días cuando realmente comenzaron a percibir los primeros signos de alarma porque los cultivos empezaron a presentar enrojecimiento de los bordes de las hojas, algunas plantas con las hojas totalmente rojas y plantas que comenzaban a secarse por completo o por partes.
“La siembra se realizó entre el 25 de noviembre y el 30 de diciembre. Los lotes que se sembraron hasta el 10 de diciembre ya están en la etapa R5, deberían estar verdes o con algún amarillamiento de hojas y en muchos casos ya están secos; algunas plantas se han secado completamente o están por secarse. Ahí vamos a ver una disminución en el peso de las espigas”, comenta.
“Mientras que los maíces del 15 de diciembre hasta el 30 aún no han llegado a la etapa R5. Algunos muestran bastantes síntomas, dependiendo del híbrido, ya que hay diferentes niveles de susceptibilidad. Pero hay que esperar para evaluar bien cuando estén en R5, que es cuando el maíz adquiere el 50% del peso de los granos y se ven los síntomas”, agrega.
Para el ingeniero, la situación “es grave”. Señala que, aunque aún es temprano para hacer evaluaciones precisas, ya ha analizado algunos lotes y observa que una espiga que debería pesar 180 gramos solo pesará entre 90 y 100 gramos. “Es decir, que habrá una reducción significativa en el rendimiento de 10.000 kilos a alrededor de 6000 kilos. Sin embargo, no podremos confirmarlo hasta dentro de 10 a 15 días, cuando veamos el efecto en los maíces en R5. Igual la degradación de los lotes se puede observar mediante imágenes satelitales y el índice de vegetación”, concluye.
“Prácticamente todos los lotes de maíces tardíos y de segunda siembra presentan síntomas de spiroplasmas”, afirma Guillermo Pariani, asesor agrícola en Río Cuarto y también productor. Al igual que Acquarone, señala que comenzaron a detectar la presencia de la plaga hace 17 días en los lotes sembrados a fines de noviembre.
“Empezamos a ver como una entrega anticipada de las espigas. Las chalas y branquias empezaron a tomar alguna coloración diferente, lo cual nos llamó la atención y después de unos seis o siete días, el cambio fue drástico: los cultivos se empezaron a entregar al alcanzar la periodo de R4. Actualmente, la enfermedad está afectando toda la planta, provocando su secado prematuro”, relata.
Ante esta situación, Pariani realizó un análisis en cinco lotes hace dos días, donde descubrió que las espigas, que normalmente pesan entre 145 y 150 gramos, ahora pesaban entre 90 y 120 gramos. Esto lleva a estimar una pérdida mínima del 20%, aunque advierte que podría llegar hasta el 40%.
“Esta es una primera estimación que estoy haciendo del potencial de pérdida, pero es necesario esperar unos días más para tener una evaluación más precisa”, dice.
Por otro lado, señala que han observado que el estado sanitario de las plantas en general es preocupante. “Son plantas que están muy débiles, que se quiebran con solo tocarlas, lo que seguramente aumentará las pérdidas en la cosecha y requerirá anticiparse a cosechar con maíz húmedo”, explica.
Por ultimo concluye: “Mi mayor preocupación es lo que puede pasar el año que viene porque para esta zona no tenemos híbridos desarrollados, tenemos que analizar qué medidas tomamos”.