El gobernador de Córdoba negocia la posibilidad de concretar un frente de frentes con la coalición opositora. La incomodidad de la fecha de la elección provincial y la postura de sus socios peronistas
El gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti, hace algunas semanas que le abrió las puertas a un acuerdo con Juntos por el Cambio. Especialmente con Horacio Rodríguez Larreta, el precandidato presidencial de la coalición opositora con el que tiene más afinidad política. La conversación está abierta entre ambos. También entre las segundas líneas, quienes vienen manteniendo un contacto semanal.
Schiaretti lanzó su precandidatura a presidente el 2 de mayo. Confirmó que quiere competir en unas PASO con un armado antigrieta que conformó junto al ex mandatario de Salta, Juan Manuel Urtubey. A ese espacio se adhirieron Florencio Randazzo, Diego Bossio, Graciela Camaño, Roberto Lavagna, Alejandro “Topo” Rodríguez, el gobernador de San Luis, Alberto Rodriguez Saá y parte del socialismo santafesino.
La idea con la que se construyó ese nuevo esquema opositor fue participar en las elecciones como una opción a Juntos por el Cambio y el Frente de Todos. El camino del medio que ya han recorrido, sin suerte, otros dirigentes. Sin embargo, el gobernador cordobés dio un paso más cuando el 11 de mayo se reunió con los empresarios que están nucleados en la UIA.
“Hay que hacer un frente de frentes para ir a las elecciones y luego un gobierno de coalición para que permita a nuestra patria encaminarse como corresponde”, aseguró durante ese encuentro. Siete días después, durante una reunión con el directorio de IDEA, agregó: “Estamos dispuestos a ir a unas PASO ampliada con otros sectores de la oposición con los que tengamos puntos de coincidencia y alejados de los extremos de la grieta”.
Sus palabras fueron una señal de acercamiento a Juntos por el Cambio. También, en ese movimiento, sus expresiones significaron un límite a la figura de Patricia Bullrich, a quien considera un extremo de la grieta. El deseo de Schiaretti es sellar un acuerdo político y electoral con Rodríguez Larreta, pero la ingeniería para concretarlo es muy compleja.
“Si se acepta el Frente de Frentes daremos la pelea ahí adentro. Sino iremos con nuestra boleta propia”, sostienen en el entorno del mandatario cordobés. Schiaretti no quiere ingresar a Juntos por el Cambio tal como está configurado ahora. No quiere ir a jugar la interna, sino que la coalición se expanda y poder expresar otra postura en un esquema más amplio.
¿Y si el sello de Juntos por el Cambio se modifica? ¿Si la coalición pasa a llamarse de otra forma? Los operadores políticos que están embarrados en las negociaciones advierten que quizás esa opción le termine abriendo la puerta al gobernador, que tiene un voluminoso caudal de votos en Córdoba para poner encima de la mesa donde se discute el acuerdo.
Entre las hipótesis que hay en los vasos comunicantes de esa negociación está la posibilidad de que Schiaretti sea el compañero de fórmula de Rodríguez Larreta. En Juntos por el Cambio no visualizan esa opción. El compromiso del jefe de Gobierno con el radicalismo está muy firme desde hace tiempo. Cambiar de estrategia en la etapa final podría poner en riesgo la alianza con la UCR.
En el bunker larretista siempre consideraron que la persona que acompañe al Jefe de Gobierno debía ser alguien que represente, en un golpe de vista, el sello de la UCR. Que nadie dude del radicalismo que emane. Rodríguez Larreta hace tiempo que piensa que, en caso de que Juntos por el Cambio llegue al gobierno, el radicalismo debe tener mayor presencia – a diferencia del 2015 – en la estructura ministerial y del Estado.
Otra opción con la que se especula es que “el Gringo” compita en una PASO con su espacio. Pero esa decisión está por encima de Rodríguez Larreta. Entran en juego los otros socios de la coalición. Patricia Bullrich fue muy dura cuando visitó la provincia. “El peronismo ha estado demasiado tiempo en el poder en Córdoba y queremos un cambio”, sentenció. Es difícil que le abra las puertas de par en par a Schiaretti.
La gran obsesión del gobernador cordobés es ganar la elección provincial. Su candidato, el actual intendente de Córdoba capital, Martín Llaryora, competirá en los comicios contra Luis Juez, el candidato que respalda todo Juntos por el Cambio. La fecha de la elección local complica las negociaciones entre Schiaretti y Rodríguez Larreta. En Córdoba se votará el domingo 25 de junio, un día después de que se cierren las listas de candidatos a nivel nacional.
Schiaretti no quiere hacer ningún movimiento político electoral que complique a su candidato y a Hacemos por Córdoba, la fuerza que nuclea al peronismo cordobés. Sabe que si baja su candidatura para integrarse al espacio de Rodríguez Larreta puede generar un impacto negativo en el electorado local y, en definitiva, su poder de fuego en la negociación está atado a su representatividad electoral en la provincia.
Córdoba es el segundo distrito electoral más importante del país detrás de la provincia de Buenos Aires. Tiene el 8,70% de los electores a nivel nacional. Para un candidato a presidente es vital hacer una buena elección en ese territorio. Las cuentas son bastantes sencillas en tiempos donde lo que menos sobran son votos.
Una tercera hipótesis es lograr un acuerdo programático y dejar las bases sentadas para que, en caso de que Rodríguez Larreta se convierta en presidente, Juan Schiaretti, el peronismo cordobés y el sector del peronismo que está en el armado antigrieta se sumen a la coalición una vez que comience el nuevo gobierno. Es decir, que formen parte de la gestión como parte del oficialismo.
Esa opción parece ser la más viable para todos los sectores que están inmersos, directa o indirectamente, en la discusión. En el esquema que lideran Schiaretti y Urtubey advierten que esa opción sería lógica porque se necesita de un gobierno que emule un gran acuerdo nacional para gobernador con estabilidad y margen de acción en las dos cámaras legislativas.
Esta semana se concretaría una reunión importante para avanzar en la definición del acuerdo político. Hasta aquí en las reuniones han tallado Augusto Rodríguez Larreta, hermano del jefe de Gobierno porteño; Carlos Gutiérrez, legislador nacional y mano derecha de Schiaretti; y Florencio Randazzo. “La definición va a llegar por un acuerdo entre las dos cabezas”, resumió un dirigente al tanto de los pormenores de la negociación.
Juan Manuel Urtubey no está cómodo con estas negociaciones. No le convence la posibilidad de un Frente de Frentes y no está dispuesto a poner un pie en Juntos por el Cambio. Sin embargo, sí cree que es necesario que exista un gobierno de coalición en diciembre de este año. Ve lógico que eso suceda, por lo que sería parte de una alianza de gobierno de la que participe la actual coalición opositora. Sino, entiende, el país es ingobernable.
A está altura, en el armado antigrieta esperaban que la candidatura de Schiaretti tuviera más apoyo de los gobernadores del PJ. Esa ambiciosa movida política no se concretó. Omar Perotti (Santa Fe) y Gustavo Bordet (Entre Rios), los más cercanos al mandatario cordobés, lo elogiaron pero no pisaron el acelerador a fondo para construir un opción que incluya a todo el peronismo del centro del país. A menos de un mes del cierre de listas, la estructura nacional de la vía del medio es muy pequeña.
En el larretismo evitan dar señales claras sobre la negociación. No quieren que este proceso termine perjudicando al alcalde porteño, que hace tiempo habló de acordar una agenda de trabajo con el 70% de los sectores políticos. Esa iniciativa no incluye al kirchnerismo, que también es un límite para el gobernador de Córdoba. Existen coincidencias pero el acuerdo no es fácil de cerrar. Las líneas de teléfono están abiertas. Se acerca el momento de las definiciones.